lunes, 20 de noviembre de 2017

The Ring. (Gore Verbinski, 2002)

Es la película que decidimos ponernos a ver en la pasada noche de Halloween, y me temo que tan solo han bastado quince años para darse cuenta de lo mucho que ha envejecido una película de terror que en su momento se convirtió en referente. Ya no solo por haber sido copiada, revisionada y empeorada con sus secuelas, sino porque es la tragedia a la que siempre se enfrenta el género: el miedo, una vez descubierto el truco, se evapora. Pese a ello, no le quito el mérito de que continúa siendo entretenida y su diseño de producción tiene esfuerzo y talento.

Si atendemos al contexto en el que 'The ring' se estrenó, el terror japonés y sus códigos llenos de niños ojerosos y pálidos y fantasmas cenizos y de voz ahogada estaban en alza. Tenemos aquí uno de los remakes de ese tipo de cine que con más dignidad levantó el vuelo y que lograba tener, pese a la copia y a la domesticación estadounidense del asunto, entidad propia. En gran parte gracias a ese diseño de producción que antes he mencionado, donde se tiene muy presente la importancia de la paleta de colores escogida, el uso de la banda sonora como complemento a la narración, un reparto que se hace respetar, y la buena utilización de las imágenes para crear algunos planos que a día de hoy son icónicos. 


Ahora bien, tiene un desarrollo que hace aumentar la tensión a través del misterio, no del miedo. La trama se centra más en una labor detectivesca que en un acto de supervivencia, y los siete días que la protagonista tiene para salvarse a sí misma apenas se notan. Ese tiempo en el que se debe crear ese pánico por la cercanía de la muerte está muy desaprovechado. Igualmente, peca de ingenuidad a la hora de avanzar en esa investigación, pues se llega a algunas conclusiones sobre a dónde ir o cómo llegar a algunos sitios importantes para el avance de la historia de una manera casual o casi adivinatoria. Que la protagonista localice el pueblo donde vivía la niña encargada de la pesadilla a la que nos atenemos a través de una foto que encuentra de forma muy sencilla en un libro entre decenas de los que hay en una biblioteca aleatoria, pista que sigue por ver un faro que podría ser cualquiera en un fotograma de la cinta que ha visto, es algo complicado de dejar pasar por alto. 


Pero bueno, aunque ha perdido, mantiene un nivel de dignidad del que otras muchas películas parecidas no pueden presumir. Y me sigue flipando que la premisa de la película, que es quedar maldito tras ver una cinta de vídeo, sea que el propio espectador se vea obligado a ver esa misma cinta. Jugar a que la propia audiencia quede maldita es algo bastante interesante. Por cosas así, creo que 'The ring' sobrevive.

6/10


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