jueves, 26 de octubre de 2017

El club de la lucha. (David Fincher, 1999)

Posiblemente, una de las películas más malinterpretadas de la historia, sobre todo por el sector más macho de la audiencia. Quién podía pensar que esta fábula violenta, nihilista y con aparente misoginia, protagonizada por hombres insatisfechos con sus vidas y con el papel que desempeñan en la sociedad y con conductas protofascistas, y con diálogos que recuerdan a Nietzsche, trataba en realidad de la fragilidad de la masculinidad, de la bajada de pantalones que supone el capitalismo y el consumismo por parte del ser humano hacia las corporaciones, y de la necesidad permanente de tener un guía, un maestro o un líder.

'El club de la lucha' pone el interrogante sobre la edad adulta, sobre el estado de inanición en el que los hombres entran cuando abandonan el nido materno y deben afrontar sus vidas. O yendo a lo simple, la película habla sobre ser un bala perdida, con deseos y proyectos incapacitados e inacabados, y sobre lo fácilmente que se cae en las redes de quien te ofrece un camino, una meta o un propósito. Por eso Tyler Durden es tan atractivo a ojos del prtagonista que, a falta de un nombre definitivo, se pasa a denominar Jack. Porque por peligroso que sea, por radical que sea su estilo de vida y su discurso, le está llevando de la mano, como si fuera el niño pequeño que nunca deseó dejar de ser, a tomar las riendas de su propio destino. Y por eso la figura femenina de la historia, Marla Singer, supone un escollo en el "camino del héroe" hacia su cima, pues el amor y la feminidad no tienen cabida en un mundo donde solo pueden triunfar los más fuertes o, qué demonios, los más machos del corral. Claro que todo este mensaje masculinista se narra de forma burlona hacia el propio género masculino. 


Tema aparte, la película tiene patente de autor, pues David Fincher impregna su característico estilo videoclipero, de pulso acelerado y marcado, y con tono sucio y quebrado durante todo el film. Logra crear un film clave en la transición de siglos, con un propósito firme de levantar ampollas, ser irreverente y resultar sadomasoquista. A través de una historia sociópata y con apología al terrorismo, transmite el mensaje contrario, una sátira que evidencia con contundencia la debilidad que las conductas violentas esconden detrás de sus máscaras. Y cuenta con un trío de ases en la interpretación (Brad Pitt, Edward Norton y Helena Bonham Carter) que captan esta lógica a la perfección y saben entregársela a la audiencia. Al menos al sector del público más capaz puesto que, insisto, es una película que se ha malinterpretado de forma interesada por aquellos hacia los que el film trata de señalar.


Alucinante y brillante, dura e incendiaria, es una de mis películas favoritas, muy buena adaptación de la novela de Palahniuk, y que, pese a que la primera regla del club de la lucha es no hablar del club de la lucha, da mucho pie para hablar de ella. 

9,25/10


martes, 24 de octubre de 2017

Ready Player One, de Ernest Cline.

Vale, me siento bastante culpable por haber dejado de subir reseñas sobre los libros que voy leyendo, pero me cuesta cien veces más hacer comentarios críticos de literatura que de cine, y a eso súmale que tampoco he leído demasiadas cosas que valgan la pena últimamente. Pero bueno, aquí tengo que rescatar 'Ready Player One' porque me sorprendió su apuesta por la ciencia ficción distópica en un entorno ciberpunk y postapocalíptico combinada con un apoyo concienzudo y muy bien documentado de la cultura de los años 80, época que va a marcar a los protagonistas y a toda la aventura en la que se sumergen debido a que el juego que sirve como escenario principal de la historia se recrea en ella, pese a que la historia se desarrolle en el año 2044.

Podría decirse que es una novela juvenil para adultos. Muchas de las referencias y temas que se tratan se escaparán al público adolescente. La gran diferencia entre esta historia distópica y las más juveniles 'Los juegos del hambre' o 'Divergente' es, en gran medida, y aparte de ser novela única y no inicio de saga, la aceptación y resignación con las que el protagonista sobrelleva el mundo oprimido y con desigualdades en el que vive. Por supuesto, llega un punto en el que estalla el cuestionamiento hacia el sistema, en el que la política parece invisible y donde copan protagonismo las corporaciones (como en 'Blade Runner', y recordemos que la cultura de los años 80 es importantísima en este libro), y que de esas dudas acerca del mundo surgirá la rebeldía. Pero todo parte con que el protagonista, en cierto sentido, pese a su pobreza y pese a lo insalubre que resulta la sociedad en la que vive, se siente bastante cómodo y satisfecho viviendo como vive. De hecho, el mundo real pasa a ser un mundo secundario en esta sociedad, puesto que la mayor parte de las horas la gente las pasa en un entorno virtual llamado OASIS donde realizan todas las tareas sociales e interactivas con el resto del mundo. De hecho, la vida sucede en OASIS. Y es en ese mundo virtual donde se desarrolla el gran entramado de la historia. 

Fotograma de la futura adaptación cinematográfica.
Otra cosa que me dejó prendado fue que el protagonista, Wade en el mundo real, Parzival en el mundo virtual, es un capullo integral y egocéntrico, muy fiel reflejo de cómo puede ser cualquiera cuando oculta su verdadero ser detrás de un avatar anónimo. Partiendo de estas bases, el arco de evolución del personaje es amplio e interesante y da pie a que se debata internamente con sus propias contradicciones. Otro punto de interés y tenebroso es la naturaleza que mueve a los personajes, que aunque según avanza la historia irán depurando sus escalas de valores, se sumergen en la competición que sirve como punto de arranque por la avaricia de lograr ser los merecedores de la gran fortuna del creador de OASIS. 

El mundo de los videojuegos, la música y el cine de finales del siglo XX son claves hasta un punto fanático. Las referencias que se van sucediendo se descubren de forma divertida y con agrado, para muchos les resultará incluso nostálgicas. Es un buen atracón pop. La lectura es bastante rápida puesto que no se regodea en sí misma. De hecho, 'Ready Player One' es una narración bastante visual, una de las grandes ventajas para ser ya el próximo proyecto cinematográfico de Steven Spielberg, y cuyo tráiler promete bastante. La forma de avanzar a modo de carrera también ayuda a apurar las páginas con energía, una pugna no solo entre usuarios, sino en la que también participa la corporación que va a servir como antagonista, IOI, que no dudará en tomar medidas drásticas, incluso tener ejércitos de esclavos y matar a oponentes, para hacerse con el premio final, y por tanto con el control, de OASIS. 


Así que por mi parte podéis confiar en que si os metéis en 'Ready Player One' sacaréis de él un relato bastante atractivo y entretenido que, sin llegar a ser imprescindible, ni mucho menos, sí que logra sorprender e ir un paso más allá que otras novelas de ciencia ficción recientes. A mí me sirvió como lectura de verano, es ligera pero compleja, y ofrece cierta reflexión sobre cómo y hacia dónde está avanzando la sociedad y el comportamiento del ser humano consigo mismo. Eso sin dejar de ser una aventura de unos cuantos chavales dispuestos a meterse en un tiesto que a cualquiera le vendría grande. 

viernes, 20 de octubre de 2017

Gladiator. (Ridley Scott, 2000)

Esta resurrección del cine de péplum es un sólido producto que combina a la perfección los dos factores imprescindibles en la industria cinematográfica: comercialidad y calidad. Saliendo victoriosa en ambos apartados, 'Gladiator' se convirtió en un referente de cara a futuras producciones de aventuras y dramas épicos, puesto que las dosis de entretenimiento y cine en mayúsculas no se estorban la una a la otra, y su combinación cuadra a la perfección.

Por supuesto, hay trampas. Pero es que el cine, sobre todo el buen cine, es tramposo. Y con un resabiado de los trucos que tiene el séptimo arte como lo es Ridley Scott a los mandos, esta historia de venganza y honor no se va a cortar un pelo a la hora de ponerse mentiroso. Primero, que tenemos una Roma clásica espectacularmente recreada, así como espectaculares son cada una de las escenas de batallas y peleas en el Coliseo. Que luego tenemos un Russell Crowe y un Joaquin Phoenix que saben perfectamente cómo llevar a cabo sus respectivos papeles, siendo uno el soldado pasado a esclavo que demanda justicia, y siendo el otro el aborrecible y antipático usurpador del Imperio. Lejos de sobreactuar o hacer de sus contraposturas algo maniqueo, ofrecen unos personajes robustos y convincentes, llevados a extremos con equilibrio y comedimiento, y que con sus respectivas puestas en escena a lo largo de la película son fácilmente identificables en cuanto a sus deseos, necesidades y luchas internas. Sí que es verdad que hay frases en sus textos, como en los del resto del reparto, que por sí solas tienen más valor que los diálogos en los que van insertas... Pero como ya he dicho, es una peli llena de trampas, pero que nos las comemos con sumo gusto.


También es verdad que pese a tener un buen ritmo durante todo el film, el peso de la acción se desvanece de cara al tercer acto, cayendo este tanto al principio durante la batalla en Germania y en el punto medio en la que tiene lugar en el Coliseo emulando la batalla de Cartago. El tercer tercio baja esa epicidad y catársis para centrarse en lo emocional, atenúa el compás para tornar el clímax en un asunto casi privado. La alternativa para tener el pico de acción en este momento hubiera sido colar una trampa aún más mayúscula, una trampa histórica, metiendo al ejército romano en la ciudad y presentar batalla con Máximo a los mandos contra el falso Emperador. La elección de esa pelea final es acertada, pese a ese desvanecimiento. 


Poco más que decir, aparte de excelente fotografía y paleta de colores, una banda sonora de Hans Zimmer en estado catártico haciendo lo que más le gusta, y un guion sencillito pero muy puro. 'Gladiator' forma parte de ese compendio de películas ('Matrix', 'Titanic' o 'El Señor de los Anillos', entre otras) que agitan la mano diciendo definitivamente adiós al cine convencional para dar la bienvenida al cine del siglo XXI lleno de CGI, trucos de ordenador y donde la magia pasa a ser más digital que artesanal. Que los nostálgicos lo verán como algo dramático, pero que en realidad hay que verlo como lo que realmente es: progreso y tecnología al servicio del producto.

8,5/10


miércoles, 18 de octubre de 2017

Madre! (Darren Aronofsky, 2017)

Película que necesita una digestión larga, porque no son pocas las insinuaciones que Aronofsky nos cuela en esta rara avis de género de terror claustrofóbico y sofocante. Tenemos elementos de los que el autor nos tiene acostumbrados en su cine, los cuales maneja como arcilla húmeda para crear un universo fascinante y lírico dentro de una atmósfera tenebrosa y pantanosa: un caserón con corazón propio y que sangra como escenario principal, personajes principales sin más nombre que Madre o Él que les dotan de universalidad, tintineos cuyos ecos advierten amenazas, o el propio proceso de creación y destrucción del hogar como reflejo paralelo de la salud social que se va desarrollando dentro de él. Un ambiente que palpita y se nos pega de inmediato gracias a los constantes primeros planos y al montaje interno de seguimiento de los personajes.

Con un poco de meditación se pueden sacar dos alegorías más o menos obvias de lo que Aronofsky pretende contarnos. Una es un paralelismo bíblico, siendo el personaje de Javier Bardem el creador y Jennifer Lawrence la naturaleza, quienes han levantado juntos ese caserón que representa la Tierra, y cuyos primeros invitados son los personajes de Ed Harris y Michelle Pfeiffer, una suerte de Adán y Eva, con sus Caín y Abel particulares, que no tardarán en resultar molestos a la Madre mientras llenan el ego del Creador. La segunda metáfora es medioambiental y se desarrolla en la segunda mitad y en dos tandas, donde la película se convierte en un maravilloso what the fuck en el que los invitados pasan a apoderarse sin ningún consentimiento del refugio particular de la Madre, ante el beneplácito de Él que con el ego ante la llegada de admiradores parece olvidarse de su esposa. Todo se vuelve desmedido, el ambiente se torna sectario y fanático, y llega un punto de no retorno en el que el caos se apodera del escenario. Subliminalmente nos está contando que eso es lo que el ser humano hace con el planeta, tomarlo como suyo, invadirlo y sobrepoblarlo hasta la incomodidad y enfermarlo. 


A esto yo le sumo una tercera lectura, más personal que otra cosa. Creo que 'Madre' habla del proceso de creación y de la vida que tiene una obra y su propio autor. No es aleatorio que Él sea escritor y la principal tarea de la Madre sea levantar y cuidar esa casa desde sus cenizas. Creo que la película habla de cómo una obra o un autor llega al público, al principio a grupos pequeños, los primeros seguidores, y que con la fama aparecen los fanáticos, los haters, los críticos, los que no entienden absolutamente de mensaje inicial,... La obra y el autor se desvirtúan de lo que eran al principio, el ego se dispara y nubla la vista hasta el punto de dejar morir la esencia, y termina por ser más importante alimentar a esa masa de seguidores de todo tipo que seguir creando con cariño. 


Con un solo visionado y tan poco tiempo para haberlo meditado más profundamente, no tengo mucho más que aportar. Me extrañaría mucho no ver a los actores en las listas de candidatos para grandes premios, más alguno técnico pues es indiscutible la calidad artística inmersa en la película. Habrá muchos que salgan fatigados, o que la odien directamente. Yo salgo deslumbrado y sin dudar de que esta continuación respecto a la intencionalidad de 'Cisne negro' es una demostración de maestría.

8,5/10


viernes, 13 de octubre de 2017

Blade Runner 2049 (Denis Villeneuve, 2017)

Complicadísimo ejercicio de ser digna secuela de uno de los pilares de la ciencia ficción, y que sale muy bien parada. Tanto, que incluso en algunos puntos toca ese techo de la de 1982. Esta ampliación del universo de 'Blade Runner' no solo es visualmente memorable (cada plano es una obra de arte en sí misma, os lo aseguro), sino que tiene un interior bastante profundo que desengranar, ofrece mucha reflexión y nos recuerda que cine lento no es sinónimo de cine aburrido. Porque sí, es una película larga, cocida a fuego lento, y hace de ello una virtud. En los tiempos audiovisuales que nos tocan, una debilidad es la tendencia a ofrecer información rápida, sencilla y asequible. Denis Villeneuve se aleja de ello siendo muy consciente de que es hijo de estos tiempos, y sabe combinar ese tempo narrativo con un lenguaje contemporáneo, nos acerca el mismo futuro opresivo que la de Ridley Scott con la ventaja de tener 35 años de avances tecnológicos, sin desvirtuar el encanto analógico y noir que la mítica película poseía. 

La gran sensación con la que me quedo es lo triste que me ha resultado la película, tanto por su acercamiento a un existencialismo muy hondo, como a la realidad y destino de sus personajes. Se aprovecha del universo ya creado para inspeccionar y abrir otros límites. 'Blade Runner 2049' habla del papel del ser humano en un mundo cada vez más tecnológico, donde las máquinas toman protagonismo, habla de la soledad, de la insatisfacción, del desarraigo, del amor,... Introduce el concepto del recuerdo y del pasado (no solo flashbacks, sino esas referencias nada gratuitas a Elvis, Marilyn o Frank Sinatra en el punto medio del film) como materia fundamental para crear sentimientos, singularidad y consciencia sobre uno mismo y el entorno que le rodea. Un cambio fundamental respecto a la de 1982 es el uso del espacio y de arte visual implícito en él. 'Blade Runner 2049' apuesta claramente por espacios abiertos y paisajes enormes, pero vacíos, yermos y que cada vez que se apaga la banda sonora llaman al silencio. Es una forma actualizada de dar importancia a la opresión a la que la sociedad está sometida. Y otra diferencia es el hecho de no ser una película de persecución como lo era la original, sino de búsqueda, lo cual cambia radicalmente los matices y necesidades de los personajes.


Que en cuanto a los personajes, más allá del sobrio protagonismo de Ryan Gosling y el afligido regreso de Harrison Ford como Deckard, o del constante acecho y peligro de la casi anecdótica presencia de Jared Leto, hay que valorar el papel de las mujeres en la película. Cada encuentro del protagonista con un personaje femenino es de especial trascendencia, ya que abren un interesante trasfondo acerca de la fragilidad que tiene el género impostado o el protagonismo social y en las relaciones que culturalmente hemos configurado a cada uno. Destaca Ana de Armas como la realidad virtual enamorada de la máquina, no más encerrada en sus propios límites físicos que cualquier ser humano. En su conjunto, los personajes secundarios ofrecen mucha más enjundia que la original.


Es una película a valorar con detenimiento. Sí, su lectura es fácil y la conclusión no da pie a enigmas posteriores, pero tiene un contenido de mucho peso, tiene capacidad para asombrar y para hacer meditar, hay belleza en ella a la que la mayoría del cine de gran presupuesto no es capaz de acercarse, y lo más importante es que es digna sucesora, sin necesidad de repetir o confiarse a la nostalgia, porque sí, 'Blade Runner 2049' abre fronteras y no se atrinchera en la historia original. No es perfecta, pero sí extraordinaria.

8/10


lunes, 9 de octubre de 2017

Blade Runner. (Ridley Scott, 1982)

Ridley Scott hizo suyo el relato de Philip K. Dick, lo envolvió en una atmósfera opresiva e insana, donde la ciudad es una jungla caótica y deshumanizada, de luces de neón, consumismo desorbitado, y donde la vida se ha convertido en un paradigma artificial. Los  gobiernos y la política carecen de importancia; son las megaempresas las que han tomado el control de absolutamente todo. 

'Blade Runner' supone una de las primeras incursiones con notoria relevancia de la ciencia ficción en el cine negro. Esto permite sumar una serie de componentes muy atractivos a la hora de crear una fábula distópica y futurista. Empezando por el antihéroe Deckard, un protagonista cuyas acciones para lograr su propósito benévolo con métodos cuestionables que rebasan la línea de la ética y la moral. Al imaginario acerca del futuro se le suma la tensión del misterio, la tragedia del perdedor, la inquietud que envuelve a la femme fatale, o la miseria existencialista de los villanos. Todo en una producción vislumbrante con el sonido artificial y tenebroso fabricado por Vangelis que no tardaría en ser ejemplo y ser tomada como inspiración en el porvenir del género. 'Matrix', 'Dark City', 'Equilibrium', Ghost in the shell', o las más cercanas 'Ex Machina' y 'Minority Report' tienen algo en común, y es compartir herencias de 'Blade Runner'.


Pero es que 'Blade Runner', aunque se queda en las retinas, posee algo mucho más importante que la eleva a ese templo de los clásicos que hay que revisionar cada cierto tiempo. Durante todo el relato sobrevuela una pregunta que ni es formulada ni es respondida en la propia película, pero que es parte de ella: ¿qué es lo que nos hace humanos? Una cuestión que se aúna a la paradoja de que los replicantes demuestren más ganas de vivir que los propios seres humanos, quienes han sucumbido a la enfermedad, a la pobreza y a la masificación. Planteamientos que llegan a su cénit en el discurso del clímax, donde el personaje de Rutger Hauer enuncia la valía de su existencia frente a las vivencias humanas, describe lo que sus ojos han visto y que los humanos no pueden ni soñar con ello. 


'Blade Runner' es la advertencia de un mundo envilecido, sin sueños, donde el simple hecho de amar puede ser un acto heroico, donde se ha sustituido la vida por el mero hecho de sobrevivir, y en el que lo natural y lo artificial son hermanos mellizos. Cada revisionado gana.

9/10


jueves, 5 de octubre de 2017

Detroit. (Kathryn Bigelow, 2017)

Imprescindible relato acerca del odio y la violencia visceral, narrado desde un plano físico y sin medias tintas, con pulso y nervio, y que juzga con severidad los acontecimientos, las decisiones de los personajes y su posterior lavado de cara. Cuenta con el empujón de que el mundo actual no se diferencia, ni mucho menos, de la forma de pensar y actuar que se nos presentan. Las guerras callejeras y los guetos siguen siendo, aunque nos distanciemos de ellos, tendencia.

Y es Kathryn Bigelow quien viene a quitarnos esa venda de los ojos. Nos relata lo acontecido durante unos disturbios raciales a finales de los 60, pero volvamos la mirada a cualquier informativo actual. Esa migraña, esa sinrazón, sigue presente en las sociedades occidentales, los confrontamientos por motivos de odio, de raza o de margindad siguen presentes. Y la directora viene a señalar esto en su película, a mi parecer, más redonda, menos aparatosa y más depurada, cuyo significado o ensañamiento no se ven enturbiados por la magnificencia o la reiteración, como le ocurría en 'The hurt locker'. Y su capacidad para filmar la tensión sigue siendo impecable. En esta ocasión se centra en un momento concreto que pueda servirle de marco y reflejo de un contexto, se va a lo mínimo para exponer lo que ocurre en un campo más amplio, lo que permite, con un posicionamiento hacia las víctimas muy claro, conocer perfectamente a los bandos enfrentados.


Que las secuencias centrales de la película se esfuercen en estar focalizadas en los personajes y sus actos, en tenerlos casi cara a cara con nosotros mismos, es un acierto para poder entender la enajenación de unos y la aprensión de otros. A destacar las labores interpretativas de dos jóvenes promesas como son John Boyega y Will Poulter, uno haciendo las veces de ingenuo mediador entre los bandos, y otro como desmedido, encendido y cruel agente de policía. 


Es un cine con agallas, valiente, cuya denuncia resulta muy oportuna y que no pretende ensalzar ningún sentimiento patriótico, algo que me echa bastante para atrás en el cine de Bigelow, sino que va directa a cuestionar la agresividad permitida por el sistema, la rabia y la impunidad con la que se puede actuar en nombre del orden y la ley

7,75/10