jueves, 3 de agosto de 2017

Spiderman Homecoming. (Jon Watts, 2017)

Por fin han dado con la tecla correcta. Por fin podemos ver en gran pantalla una representación honesta del trepamuros. En una aventura casi local, que se escapa de la trascendencia e importancia que todas las películas Marvel suelen tener, se nos presenta a un amigo y vecino que es tal cual: majete, inteligente, torpe, bocazas, honrado, flipado, motivado,... Nunca deja de ser un pringado adorable que intenta lidiar a la vez con la necesidad de hacer bien las cosas y de demostrar su valía. En esta primera experiencia dentro de la franquicia, esa es la lucha interna del personaje. Todo ello adaptado al 2017. Este Peter Parker no recibe el bullying casi merecido de chaval nerd que recibía el de Tobey McGuire, ni tiene el carácter emo y rebelde del de Andrew Garfield. Esta película conoce mucho mejor a su público inmediato (jóvenes y adolescentes) que las anteriores versiones, y les da un personaje con el que de verdad puedan verse reflejados.

Y hacer un hilo de pretensiones tan pequeñitas supone un acierto. Spiderman es un puñetero crío que apenas acaba de descubrir sus poderes, que además habita en un mundo donde ya existen los Vengadores, y que cada situación de urgencia en la que se mete le supera por completo. Tom Holland lo ha pillado a la perfección, y se mueve con naturalidad y gracia tanto con las mallas como cuando simplemente es Peter Parker. Recibe multitud de ostias y aún así es tan cabezota que vuelve a levantarse una y otra vez. No está preparado aún para la eterna responsabilidad a la que se le suele someter, está en fase de crecimiento, y llegado el momento en que se da cuenta de ello se retrata a sí mismo a base de lloriqueos suplicantes, pero finalmente sabiendo salir él solito del marrón en el que se ha metido. De ahí la importancia de la presencia de Iron Man como mentor. Porque volver al drama del tío Ben, después de que ya nos lo sepamos de memoria tras dos sagas en menos de 15 años que partían de ese suceso, iba a ser cansino. Bien hecho empezar en un punto en el que todo el origen del héroe ya ha sucedido, y bien hecho en situarnos en el punto en el que está empezando a explorar las posibilidades que sus poderes le permiten. Siempre teniendo en cuenta que es un adolescente que se muere por ser mucho más de lo que puede abarcar. 


La sensación de cercanía y de acontecimiento local se refleja también en el villano. El Buitre no tiene intenciones de destrucción masiva, ni una sed de venganza desmedida, ni está conspirando para un fin mayor. Simplemente se está aprovechando de la chatarra extraterrestre dejada en anteriores capítulos de la franquicia para poder, de algún modo, ser algo más de lo que realmente es. Tal como el propio protagonista, tiene pretensiones más grandes de lo que es capaz de abarcar, cosa que finalmente se le va de las manos y es ahí donde estalla la némesis entre ambos. Y por ese planteamiento humano del personaje, se convierte en uno de los antagonistas más redondos y con motivaciones más sensatas del UCM.


En general, el tono es alentador. Todo es cotidiano, el humor es constante y no distrae, la sensación y el reposo que deja el conjunto es amigable, quieres quedarte con este Spiderman. No necesita dosis de acción desorbitadas, ni un drama interno que le esté machacando constantemente, ni una trama romántica que acapare atención. Es un amigo y vecino que por ahora se tiene que conformar con proteger a su pequeña comunidad. Ya habrá tiempo para los Octopus, para Oscorp, para ahondar en las secuelas que le ha dejado la muerte de Ben, o en lo que supone para un chaval cono él formar parte de un grupo de élite como lo son los Vengadores. Poco a poco, porque tenemos arácnido para rato.

7,75/10


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