viernes, 29 de abril de 2016

El chico. (Charles Chaplin, 1921)

Es sorprendente la capacidad narrativa que posee una película cuya edad está ya cercana a los 100 años. Chaplin es sobradamente reconocido por sus gags cómicos y sus acrobacias, pero es su demoledora sencillez para contar historias cargadas de crítica social lo que le coloca en el Olimpo de la cinematografía.

Compartiendo protagonismo con el jovencísimo Jackie Coogan, ambos componen una pareja tierna y simpática, dentro de un entorno de miseria desenfadada. Es una de las películas de Charlot más bellas y optimistas, en la que no se regodea con el dramatismo ni tampoco se priva de ironizar acerca de las circunstancias de la pobreza. Pocas historias reflejan tan fielmente y con tanta franqueza el amor y necesidad que dos personajes pueden sentir el uno por el otro. Coogan realiza una de las interpretaciones infantiles más convincentes y puras de la historia del cine, un crío de apenas 6 años es capaz de robarle escenas al mismísimo Chaplin. Ahí es nada. La picaresca transmitida por la obra converge con lo conmovedor de tal relación. 

Hay una honestidad rebosante en esta película denunciando, sin hacer melodrama con ello, a la calidad de vida de la clase baja, a la ausencia de sentido humanitario de las instituciones, a las diferencias sociales, o a los servicios de higiene y sanidad.


El resultado es cautivador e invita a la reflexión acerca de la evolución del cine. Hoy hay pocos que se conformen con menos de dos horas para contar su historia, y la mayoría son incapaces de recurrir a artificios para lograr emotividad. Los resultados a nivel narrativo que logran apenas pueden compararse con esta película muda de apenas 65 minutos de duración, en la que para conseguir tal logro tan solo recurre a la mímica, la capacidad interpretativa de sus protagonistas, y la combinación de la humanidad y poesía visual que desprende. No hay lugar para momentos huecos, ni para inmiscuirse en una exploración del drama que ilustra, puesto que con pequeños y sutiles gestos resulta reconocible para cualquiera. Una de esas películas que te reconcilian con el séptimo arte.

9,25/10


miércoles, 27 de abril de 2016

Ant-Man. (Peyton Reed, 2015)

Esta simpaticona nueva propuesta de Marvel nos presenta al enésimo superhéroe cuyo origen se remonta o bien a la probeta de un laboratorio o bien a la investigación de aplicaciones militares con lo que finalmente será su traje. No han pasado 20 minutos de película y ya tengo la sensación de que todo lo que me están enseñando lo he visto en muchas otras ocasiones: protagonista con problemas para conciliar su vida amorosa con su vida como delincuente que tiene buen fondo, un villano magufo que quiere hacerse con algún monopolio porque el poder es chachi, un científico que quiere evitar el desastre que pueden provocar sus investigaciones en las manos equivocadas, la separación padre-hija (por doble ración) de la que intuimos reconciliación a posteriori, y el nuevo novio de mamá no es tan guay como mi papá de verdad. Como ya he descrito al principio, todo rodeado de ambiente graciosillo y asequible. O sea, todo lo que nos metían en capítulos de los Power Rangers y en las pelis malas de Stallone hace 20 años, pero con efectos especiales modernos.

La película no me ha desagradado y me ha resultado moderadamente entretenida, pero sí que me he sentido insultado en varios momentos por parte de Marvel, como fan que soy. Esta película es como ese tío que es tan simpático que te cae mal. Sus creadores vienen a considerar que quienes llevan siguiendo la trayectoria del UCM desde la primera de 'Iron Man' se van a tragar cualquier trozo de carne que les eche como si fueran perros (y lo triste es que quizá tengan razón). En esta película estamos sometidos a los diálogos más obvios, redundantes, tópicos e infantiles que el género ha soportado desde la funesta 'Los cuatro fantásticos', y eso por no remontarme a 'Batman Forever'. Cuando hablo de diálogos malos me refiero también a decirnos lo que ya estamos viendo en pantalla, que es algo en lo que puede que Marvel reitere en cada película, pero es que en esta película no hay escena en la que no haya uno de esos momentos. Me fastidia que los propios guionistas me tomen por imbécil por el mero hecho de querer ver una peli palomitera. Luego están las bromas, aprovechadas en cualquier momento sin importar el contexto. La peli es tan consciente de ciertas escenas tópicas (ejem, reconciliaciones, ejem, el tío que tenía pinta de cabrón desde el principio y al que sus planes maquiavélicos han fallado resulta que es el evidente villano y que ya tiene preparado su traje para enfrentarse a 'Ant-Man' y todo, ejem, el tío que se tira a mi ex mujer me cae mal) que intenta salir del paso colando alguno de esos chistes. Intenta ser graciosa. Para ser justos, en ese terreno le gana la partida a 'Superhero Movie'.


El facilismo con el que se desenvuelve la película puede colar si se vende como un capítulo menor en esta Fase 2 del universo Marvel. Y lo es. ¿Pero en qué momento se contempla "película menor" como sinónimo de "virtud"? La película está configurada dentro del enorme espectro de blockbusters de usar y tirar, de pasar el rato y a otra cosa. ¿Que la acción está lograda? Es que a estas alturas del panorama lo difícil es fallar en este apartado. 


Me cuesta pensar que los responsables de la gratificante 'Guardianes de la galaxia' sean los mismos que han fabricado ésto. Una película que no sabe medir el humor dentro de la acción, que pretende arreglar cada una de sus carencias con chistes malos, carece de profundidad en un personaje que, recordemos, va a estar en la 'Civil War', o sea la primera división, que sin el envoltorio 'Avengers' hubiera pasado sin pena ni gloria, y que no tiene mayor interés que el ser un capítulo de relleno en este universo superheróico.

5 / 10


martes, 26 de abril de 2016

'Sandman', de Neil Gaiman. Tomo IX: Las Benévolas.

Neil Gaiman se pone serio y encara la recta final de su obra magna con su arco argumental más largo. Las 13 grapas originales se han recopilado en una novela gráfica de más de 350 páginas, conformadas dentro de esa nueva atractiva edición de ECC que tan esmerados acabados ha logrado.

Una trama con aroma a clímax en la que sorprendentemente se cruzan todos aquellos cabos que parecían dispersos y aislados en los volúmenes anteriores. Gaiman ya tenía demostrada su capacidad para la imaginería y la invención de fábulas, pero en esta ocasión da varios pasos más allá, recolectando esas piezas ambiguas que parecían haberse quedado estancadas y revelándose como un genio narrativo. El enfrentamiento entre Morfeo y las aquí nombradas Benévolas (las furias de la mitología griega) se hace eco de cada una de las historias menores que se daban en 'La posada del Fin de los Mundos' y se apoya en todas las bases solidificadas y excelente planificación de los primeros tomos de la obra. Y como colofón hace estallar su prodigiosa capacidad de reunir el conglomerado de mitologías clásicas, escandinavas, celtas, bíblicas y asiáticas con la ficción y las leyendas contemporáneas en una única saga. Una delicia que requiere de un esfuerzo extra por parte del lector por atender y comprender cada una de las innumerables referencias que se van dando.

La ambiciosa historia de este episodio canónico trata de la venganza que las Benévolas deben ejercer contra el Señor del Sueño por haber asesinado a su propio hijo Orfeo. El plan implica a muchos de los personajes episódicos que se nos han ido presentado en otros volúmenes y quienes por entonces no tenían especial importancia dentro de el magno de la obra, pero que llegado este momento se revelan como piezas fundamentales para llevar con éxito las últimas jugadas de la partida. El autor dota de una atmósfera de réquiem al conjunto cuya catarsis concede seguramente las mejores y más impresionantes páginas de 'Sandman' leídas hasta ahora, apoyadas por las más impresionantes ilustraciones de Nowlan, Dillon, Hempel y un largo etcétera. (No puedo dejar de señalar mi fascinación por la disparidad de dibujo entre unos y otros y que otorgan a 'Sandman' un punto de magia que personalmente traduzco como que en el mundo de los sueños cada individuo sueña de manera diferente y con imágenes dispares).

Así pues, todo aquello que resultaba azaroso y circunstancial aquí resulta trascendental, y el dramatismo imperante hace cumbre con una perfilación de los personajes estudiada con ahínco y unos diálogos rebosantes de carácter y contenido, no hay palabras huecas en ellos. 'Las Benévolas' es largo y pausado pero se confirma como una grata recompensa por el afán de haber llegado tan lejos. A falta del último arco que servirá como epílogo a tan gran obra, este noveno tomo puede considerarse como la razón de ser de las melancólicas aventuras de Morfeo.

domingo, 24 de abril de 2016

El libro de la selva. (Jon Favreau, 2016)

Haciendo acopio del "busca lo más vital", este inesperado y simpático triunfo tiene suficiente empaque para convertirse en uno de los blockbusters que mejor aroma desprenden del año, aparte de ser una de las películas que contienen animales parlanchines de acción real que se pueden sin problemas de  pasar vergüenza ajena una vez has superado los 11 años. 

Me da que gran parte de la culpa de la fortuna que corre la película la tiene un Jon Favreau que comprende tanto las reglas del género de la aventura y de cómo conducir un remake cuya base la conoce todo aquel que haya tenido infancia. Dota de fuerza y cautividad a la historia, dejando que sean los personajes quienes controlen y manejen el cotarro, y no solo se limita a hacer una película tallada en la reinterpretación y actualización a una selva en la que cuesta discernir entre lo que es real y lo que no, sino que se preocupa de que haya un sentido de fidelidad y nobleza en el trabajo que está haciendo. 

Y las sensaciones que deja son todas positivas. Porque sí, la historia la conocemos, y cada uno de los pasajes que recorre nos recuerdan a la original, pero nos regala la impresión de que lo que contemplamos es nuevo. A destacar la labor esmerada de la puesta en escena de cada uno de los personajes, algo que resulta fundamental atendiendo a que el desarrollo de la historia precisamente viene dado por la aparición de nuevo repertorio. 


Sobra decir que visual y sonoramente es espectacular. También es obvia la madurez en la que ha profundizado respecto a la de 1967, y que permite disfrutar de ella a cualquier generación, ese logro al que cada vez este tipo de cine nos tiene más acostumbrados al que nos referimos como "tanto para niños como adultos". 


Pocas cosas que matizar. Un estupendo ejercicio que gustará a todo aquel que se acerque a verla, que se toma en serio al público que busca la evasión y cumple holgadamente tal cometido. 

7,75/10


lunes, 18 de abril de 2016

Boku Dake ga Inai Machi (Erased; Desaparecido)

Conocido internacionalmente como 'Erased', y aquí traducido como 'Desaparecido' (aunque una traducción más literal del original sería "La ciudad sin mí"), este anime de 12 capítulos adapta el manga de Kei Sanbe, el cual no me he leído, pero por el sabor de boca que me ha dejado la serie tengo la firme intención de hacerlo. Y no sabría muy bien cómo analizarlo objetivamente, puesto que decir que me ha encantado es quedarme corto y no me veo capaz de no dejarme llevar por la pasión.

La historia nos presenta a Satoru, quien tiene la habilidad no controlada por él mismo de retroceder unos minutos en el tiempo para poder solucionar desgracias que ocurren a su alrededor, lo cual suele repercutir negativamente en él, y en este comienzo ya le sitúa con lesiones y hospitalizado. La visita de su madre para atender sus cuidados es el pretexto que dará comienzo a la verdadera acción, cuando ella es asesinada y él se ve como principal sospechoso. Su extraña capacidad a la que él mismo llama "revival" le lleva 18 años atrás, cuando tuvo lugar una serie de extraños secuestros y asesinatos de niños resueltos de aquella manera, y que tendrá que resolver si quiere evitar tal homicidio. Lo cual le da la oportunidad de convertirse en el héroe que no pudo ser en aquel momento.

Aunque en esa sinopsis se apele a la fantasía temporal, el guion contiene una habilidad excelente para que tan solo sea una excusa con la que arrancar una historia de madurez, de regreso a la infancia, de misterio e intriga. Una trama que va abriendo nuevas puertas en el pasado del personaje, quien debe administrar tanto los hechos que tuvieron lugar en 1988 como lo que le está ocurriendo a su yo presente. Y el equilibrio entre ambas épocas está tan bien jugado y confluyen de manera tan ensamblada que lo único que quieres como espectador es ver más y más del universo y los personajes que te ha presentado la obra. Es un anime lleno de ternura que en ningún momento recurre a la sensiblería para lograr transmitir plena sensación de afecto con ellos, y que a la hora de meterse en la clave detectivesca logra crear una buena dosis de ansiedad producida por sentimientos encontrados a la hora de intentar desvelar quién es el verdadero villano de la función.


La economía narrativa es puro oro. Tengo entendido que a la hora de adaptar el manga del que parte se han depurado y cortado varias fases, que a mi juicio no han sido necesarias incluirlas, puesto que como ya he expuesto, el elemento sobrenatural del que se parte ni es el tema que quiere tratar la historia ni a nosotros como espectadores nos importa de dónde viene, y la sobreexplicación de algunos personajes podría haber saturado una serie cuyo tempo está muy bien ajustado y que no hace perder el tiempo con subtramas innecesarias. Por otra parte, la animación y la parte visual tienen mucho mimo, el diseño de los personajes está muy suavizado y la integración entre los fondos y los planos protagonistas resulta impecable. Desde luego, 'Erased' es muy bonita de ver.


La conclusión es obvia. No puedo dejar de recomendarla incluso a quienes no suelen ver animación japonesa. Creo que además es muy válida como obra de iniciación en este mundillo. Yo ni siquiera estoy acostumbrado a ver anime en versión original subtitulada, y no me ha importado en absoluto. Me he quedado prendado de ella desde el primer capítulo hasta un final que queda redondo y que deja una gratificante sensación de que es el que tenía que ser. No vas a encontrar grandes personajes, ni un gran villano, y de hecho tampoco es una historia demasiado original. Lo que 'Boku Dake ga Inai Machi' contiene es un conjunto de cosas sencillas, contadas de manera prodigiosa y con un acabado maravilloso. Todo un descubrimiento.


P.D.: Tengo que destacar el opening, que hace una jugada maestra: te cuenta toda la historia sin que te des cuenta de ello. Cuando llegas al final y lo ves desde esa perspectiva no te queda otra que reverenciarlo y decir "qué hijos de puta, si es que han puesto esmero hasta en los pequeños detalles".


domingo, 17 de abril de 2016

Monstruoso. (Matt Reeves, 2008)

Pocas cosas me joden más en el cine que una película con una idea cojonuda estropeada por un mal formato. Y estamos ante un caso que ilustra como pocos esta mala práctica. 'Cloverfield' pudo haber sido el King Kong post 11-S, pero se queda en una película intrascendente y cuyo principal interés se ve mermado por unos protagonistas que no nos importan y una historia que nos conduce contracorriente de donde debería ir.

A priori, una película cuya principal baza es un ser gigantesco, furioso, desconocido y aparecido de la nada, cuya dimensión y forma se oculta al espectador, demoliendo Manhattan a su paso, desde la perspectiva de unos civiles confusos y que no tienen ni idea de cómo escapar a tal desastre me resulta muy atractiva. Y la película debería haberse centrado en eso, porque sus imágenes más poderosas son precisamente aquellas en las que mareas de personas huyen de aquello que nosotros y los protagonistas no hemos visto, pero ellos sí. Esa incertidumbre, la misma que Spielberg supo manejar en 'Tiburón' o Ridley Scott en 'Alien', es el aroma que debería haber impregnado a su cinta Matt Reeves. O J. J. Abrahams. O el guionista Drew Goddard. O quienquiera que fuese el responsable último de decidir que la cosa acabaría filmándose en primera persona con una cámara casera.


La puta perspectiva en primera persona. Creo que solo hay una película en la que la he visto funcionar, y esa es la primera de '[REC]'. En el caso de 'Monstruoso' me marea, me aleja de los personajes más simples que el mecanismo de un botijo, y me dificulta creerme que en tal situación alguien sea capaz de estar soportando la carga de esa cámara sin que alguno de los bichos o edificios cayendo acaben convirtiéndole en puré humano. Cuando hay presupuesto, y en este caso lo hay, alguien debería tener dos dedos de frente para considerar como el formato más adecuado la cámara en mano, con un esforzado y preparado operador cuya incursión en la trama sea cero. Incluso un formato documental hubiese sido tolerable. Pero no, tenían que optar por poner a uno de los personajes, del cual lo único que sabemos es que sale de un botellón caro, a narrar el asunto.


Y ya no solo es que el formato me reviente la película. La historia podría haber sido interesante de haber seguido la acción militar o civil para ver cómo todo se vuelve incontrolable progresivamente, pero no, el guion opta por alejarnos de la acción para irse en busca de la novia atrapada en su casa del chico con más peso en la función. Aquí ya dejó de importarme cualquier cosa que pudiera sucederles. Ninguna empatía con ellos, ninguna empatía por la ciudad de Nueva York, y ninguna empatía por el monstruoso ser que les está atacando en cuanto la trama te imposibilita seguir sintiendo curiosidad por él. 


Mucha torpeza y muchas malas decisiones que llevan a una idea muy jugosa a ser monstruosa, en el peor sentido de la palabra. 

4 / 10


jueves, 14 de abril de 2016

La noche de los muertos vivientes. (George A. Romero, 1968)

El cine de terror antiguo lo admiro en su justa medida con cierta nostalgia y simpatía. Es complicado imaginarse la realización de un film como 'La noche de los muertos vivientes' sin visualizar a sus creadores en un proceso de cierta experimentación y metidos en una especie de campamento veraniego cuya actividad principal era rodar este tipo de películas con un presupuesto y unos recursos limitados, por lo que tirar de ingenio, de amistosas donaciones para llevar a cabo la producción, y carecer totalmente de cualquier tipo de modestia o retraimiento eran condiciones indispensables. La obscenidad y el descaro de Romero con este primer acercamiento a su marca personal de zombies ya quedan patentes.

Aquí tenemos el pack básico de serie B con pretensiones: actores de pacotilla cuyas muecas resultan ingenuas, rodeados de figurantes omnipresentes haciendo triples papeles sin ningún tipo de preocupación por el raccord espacial ni temporal, maquillaje barato e ilimitado, situaciones de torpeza exagerada, decisiones infantiles, frases lapidarias, y un acto final que se la pondría dura a cualquier integrante de la asociación nacional del rifle. Tampoco me creo mucho la crítica social que a posteriori le concedieron, esa de que el hombre se devora a sí mismo. Las posibles dobles lecturas las veo más fruto del azar de estar hecha en un momento histórico contextualizado por la Guerra Fría y por el crecimiento xenófobo estadounidense.


Pero le concedo el don de haber sentado las bases de un subgénero que durante años no sobrepasó la línea del cine cutre al blockbuster, algo que hoy en día es más accesible. Directores como Sam Raimi, Cronenberg o Wes Craven tuvieron aquí material de sobra para fabricar el gore de sus primeros trabajos. Los tablones apostillados en ventanas y puertas a través de los cuales los muertos intentan alcanzar a sus víctimas, el sótano que termina devorando a los inquilinos de la casa donde se han fortificado, la búsqueda infatigable de carne por parte de unas criaturas cada vez más numerosas e incontrolables, o el disparo en la cabeza como definitivo acto de defensa contra ellas. Todas ellas son improntas que quedarían clavadas en la biblia zombie y que hemos podido ver en las más modernas 'El amanecer de los muertos', 'Guerra Mundial Z', la serie y el cómic 'The Walking Dead', o los videojuegos de 'Resident Evil'.


Quizá esta no fuera la primera incursión el el mundo de los muertos vivientes, pero sí es pionera en pretender fabricar al zombie dotándole de unas pautas y reglas. Una película de terror que se puede definir igual que el arte pictórico medieval: como obra individual tiene una calidad dudosa, pero su legado es intachable. 

5,5 / 10



miércoles, 13 de abril de 2016

La chica que saltaba a través del tiempo. (Mamoru Hosoda, 2006)

Singular inmersión en los viajes temporales, en la que se atiende más al carácter cotidiano de la protagonista que a la propia fantasía que la acompaña. Y la cosa funciona muy bien tanto en su presentación como en su desarrollo. Tenemos una película de animación japonesa que se aleja de los enclaves místicos o nostálgicos más propios de Ghibli, y que no se embarra con explicaciones que antepongan la importancia de los viajes temporales que ha comenzado a experimentar la joven Makoto a su propio proceso de madurez. Al menos hasta que llega el momento de dar una resolución a los conflictos que se van desarrollando.

La película es bonita en cuanto a que sabe dosificar una historia juvenil que alterna sanos momentos de comedia con otros más melancólicos, con una subtrama romántica liviana, cuya protagonista cambia su mala suerte gracias a un hecho fortuito que quedará apartado hasta los momentos finales del metraje. Todo resulta razonablemente realista y el guion te invita a dejarte llevar, no te embarca en absurdas preguntas ni te genera dudas respecto a los recursos narrativos que usa para contarte en primer lugar el crecimiento personal de la adolescente, y en segundo lugar la responsabilidad en cuanto a cómo usa su nueva habilidad. En ese sentido, es una película limpia de torpezas en la que lo interesante es las diversas formas en que Makoto afronta los problemas de las transiciones representativas de su edad y las nuevas posibilidades que se le presentan debido a su capacidad para regresar a los momentos en que pueda cambiar ciertos hechos. 


Hasta aquí, ningún pero. PERO. Si he insistido en que lo bonito de la película es cómo acomete tanto el primer acto como su nudo es porque algo no me ha terminado de convencer, y es en cómo termina resolviéndolo todo. Llega el momento de las explicaciones y de meter al espectador en momentos emocionales que yo no he sido capaz de administrar. No digo que la explicación que se le da a la ficción del asunto sea fallida, sino que la película no me ha preparado lo suficiente para dar ese salto del relato costumbrista en el que ya me he acomodado a estas alturas a otro de carácter plenamente fabuloso. No me ha dejado suficientes miguitas por el camino para poder agarrarme a él. Por otro lado, están las catársis a las que te quiere llevar, siendo la primera de ellas de una potencia extraordinaria pero que no es suficiente para resolver la maquinaria con la que ha ido jugando desde el primer giro de guion. Lo cual ocasiona un segundo momento de éxtasis al que ya llego agotado. Además, la película invita a la esperanza, por lo que está obligada a dar un cierre acorde a ese carácter tierno, lo cual nos lleva a un tercer momento importante en el cierre, con otro nuevo giro. Son quince o veinte minutos finales con demasiado vaivén y zigzagueo que a mí me han dejado tirado en una cuneta. 


Este tercer acto no derriba la película, que ya tenía una base suficientemente sólida para tenerla en cuenta como una película que merece la pena verse, que sabe dar la cara ante el reto de una narración simple rodeada de elementos complejos. Y la animación es lúcida, con fondos e iluminación muy trabajados. Tiene sus méritos. 

7 / 10


domingo, 10 de abril de 2016

Toro salvaje. (Martin Scorsese, 1980)

Esta tercera colaboración entre Marty y Robert de Niro tras 'Malas Calles' y 'Taxi Driver' le valió al actor un merecido Oscar por una interpretación sucia, salvaje, con una entrega tan furiosa y empeñada como la del propio Jake LaMotta en su empeño en convertirse en el campeón de los pesos medios del boxeo. 

Ese pregenérico acompañado de los títulos de crédito ya desvela lo que la propia película descubrirá: el púgil solitario sobre el ring, con la mente y el físico concentrados en las estocadas al aire previas al combate, todo lo que le rodea es niebla y humo. Esta historia de ascenso y descenso es una de las más ágiles demostraciones cinematográficas de la cita "más dura será la caída". La propia presentación del boxeador ya le condena a tal destino. Violento, machista, celoso de las mujeres que le acompañan durante su vida (especialmente su segunda esposa, Vickie), en ningún momento se nos concede la oportunidad de empatizar con tal brutalidad de emociones reprimidas dentro del mismo trozo de carne, liberadas tanto dentro como fuera del ring. Un campeón al que todo el mundo llega a odiar. 

Los momentos de felicidad de su carrera son inteligentemente obviados a través de una secuencia episódica, pues esa felicidad forma parte de toda esa neblina que rodea a la figura de LaMotta. Su naturaleza tan solo puede llevarle al fracaso personal, cada alegría en su trayectoria resulta artificial, y cuanto más se acerca al cinturón de campeón, más se aleja de su familia y sus amigos. 


Sin embargo, no puedo concederle la excelencia que sí alcanzó Scorsese con 'Taxi Driver'. En aquella sí que comprendo la enfatización del marco de la soledad del personaje de De Niro y su transformación en una especie de héroe de bajos fondos al no tener más aspiraciones. En cambio, aquí me resultan desaprovechados los secundarios en favor del protagonista, especialmente del personaje de Joey, hermano de Jake, interpretado por un Joe Pesci perfecto pero enclaustrado a un papel que termina evaporándose y que hubiera necesitado más peso. Insisto, no hay suficiente Joe Pesci en esta película (menos mal que luego tuvimos 'Uno de los nuestros' y tuvimos un menú completo de este siempre gran actor de reparto). Y por otra parte, Cathy Moriarty me acaba resultando demasiado gritona, la desesperación de su personaje me acaba resultando insoportable y no logro concederle la piedad que presumiblemente el guion sugiere. 


Una película ruda y sin contemplaciones, con una cinematografía excelente, de ritmo ágil, que De Niro hace suya con un personaje grotesco, pero que como ya he aventurado, todo cuanto le rodea es humo. 

7,75 / 10


martes, 5 de abril de 2016

Magical Girl. (Carlos Vermut, 2014)

No sé de qué me sorprendo a estas alturas cada vez que una película española me resulta tremenda. Sinceramente, creo que el cine patrio (el bueno, que cine malo se cuece en todas partes) goza de una salud envidiable y que destaca concretamente dentro del panorama europeo. 'Magical Girl' se suma a un generoso número de producciones de excelente factura, ejercicios de guion inteligentes y magnéticos y trabajos de dirección esmerados. 

Con una narración y realización muy pautadas y controladas, la película se sumerge en la profundidad del abismo que habita dentro de las buenas personas rodeadas de malas circunstancias. Porque la película trata de eso, de personas buenas, dóciles, incluso sumisas, engullidas por los atroces actos de bondad  que están dispuestos a cometer por los seres a quienes aman o necesitan. Una trama cruzada que arranca con la inocencia de una niña con cáncer terminal, cuyo último deseo se esmera su padre en ver cumplido, y que hila con la candidez de un profesor jubilado enamorado de una ex alumna problemática.


Es importante atender a ciertas simbologías que va sembrando el film. Todos los personajes en algún momento se enfrentan a su reflejo en algún momento del argumento. Cómo se ven a sí mismos estos personajes podría ser perfectamente el gancho argumental. Lo bien insertadas que están las sugerencias es otro punto a destacar: las habitaciones cerradas en cuyo interior bien nos imaginamos lo que ocurre, las piruletas y quienes se toman una, el puzzle inacabado, el vestido del personaje anime que admira la niña,... Todos ellos ayudan a retratar sin necesidad de imágenes ni palabras descriptivas al círculo protagonista. En ningún momento la película se vuelve explícita en los momentos más aberrantes, lo que le otorga de un poderoso tono de misterio y austeridad. 


Es una propuesta atrevida, inquietante y estimulante, con una entonación independiente, miguitas de humor negro, que saca partido a todos sus elementos, ninguno de ellos colocados en sus escenas de manera arbitraria. Un último punto positivo es que pese a sus pausas no he advertido momentos huecos, tiene el ritmo necesario para conformar una historia que necesita esos tiempos secos, que no aburridos. Porque la película es muy entretenida y sorprendente, un ejercicio de estilo y de cine negro que oscila entre lo tierno y lo macabro sin empañar ninguna de estas dos cualidades opuestas. Una película que se adentra en la oscuridad que alberga dentro de los actos de amor más desesperados.

9/10