martes, 12 de diciembre de 2017

Saw III (Darren Lynn Bousman, 2006)

Bueno, a partir de aquí mi memoria empieza a fallar en la saga, porque empieza a volverse repetitiva y llega un punto en que no sabes si una escena pertenece a una u otra de las secuelas. Pese al evidente bajón, aún queda un resquicio de dignidad en esta tercera parte, que aún parece insistir en que queda algo por contar de su macabro cuento gore, más allá de las trampas, torturas y puzzles a los que las víctimas de Jigsaw deben enfrentarse.

En cierta manera, la intención de diferenciarla con las anteriores está ahí, tomando relevancia en este caso el personaje de Amanda, la primera persona que sobrevivió al juego que propone el asesino, y que al final de la segunda parte se revelaba como su aprendiz a partir de tal suceso. Pero una buena intención no es sinónimo de una buena pieza. A ver, en esta secuela ya pasamos directamente a tener personajes que nos importan una mierda. Presentación breve para situarles, y ale, a meterles en el matadero, que es a lo que viene el espectador medio. Hay situaciones de ponerles al límite de la supervivencia bastante estúpidos, con un montaje muy brusco y violento para causar no sé si tensión, pavor o asco. El asco a veces se consigue, pero la tensión o la incógnita de saber cómo va a acabar todo esto se difumina. Cada escena de tortura te grita a voces desde el principio que ahí va a haber una matanza tocha. Esa pequeña duda que las anteriores te dejaban respecto a si los personajes podrían superar las pruebas aquí ya no existe, llevan pintada en la frente la palabra "carnaza" desde la puesta en escena. 


Excepto el final, momento para el que se sigue guardando lo mejor y alguna que otra sorpresa, el resto de la película es un cúmulo de episodios grotescos que se suceden uno tras otro con la misma fórmula. Es como una fábrica en la que se trabaja mediante cadena de montaje, alienada y de producción constante. Pero bueno, quiero volver a insistir que todavía se deja ver, que tiene un hilo narrativo al que todavía puedes aferrarte. Con la punta de los dedos, con mucha fuerza de voluntad, y repitiéndote a ti mismo que tampoco le vas a pedir peras al olmo, que esto es una saga de vísceras y sangre y es a lo que has venido, pero te aferras a ello.

5/10


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