viernes, 20 de octubre de 2017

Gladiator. (Ridley Scott, 2000)

Esta resurrección del cine de péplum es un sólido producto que combina a la perfección los dos factores imprescindibles en la industria cinematográfica: comercialidad y calidad. Saliendo victoriosa en ambos apartados, 'Gladiator' se convirtió en un referente de cara a futuras producciones de aventuras y dramas épicos, puesto que las dosis de entretenimiento y cine en mayúsculas no se estorban la una a la otra, y su combinación cuadra a la perfección.

Por supuesto, hay trampas. Pero es que el cine, sobre todo el buen cine, es tramposo. Y con un resabiado de los trucos que tiene el séptimo arte como lo es Ridley Scott a los mandos, esta historia de venganza y honor no se va a cortar un pelo a la hora de ponerse mentiroso. Primero, que tenemos una Roma clásica espectacularmente recreada, así como espectaculares son cada una de las escenas de batallas y peleas en el Coliseo. Que luego tenemos un Russell Crowe y un Joaquin Phoenix que saben perfectamente cómo llevar a cabo sus respectivos papeles, siendo uno el soldado pasado a esclavo que demanda justicia, y siendo el otro el aborrecible y antipático usurpador del Imperio. Lejos de sobreactuar o hacer de sus contraposturas algo maniqueo, ofrecen unos personajes robustos y convincentes, llevados a extremos con equilibrio y comedimiento, y que con sus respectivas puestas en escena a lo largo de la película son fácilmente identificables en cuanto a sus deseos, necesidades y luchas internas. Sí que es verdad que hay frases en sus textos, como en los del resto del reparto, que por sí solas tienen más valor que los diálogos en los que van insertas... Pero como ya he dicho, es una peli llena de trampas, pero que nos las comemos con sumo gusto.


También es verdad que pese a tener un buen ritmo durante todo el film, el peso de la acción se desvanece de cara al tercer acto, cayendo este tanto al principio durante la batalla en Germania y en el punto medio en la que tiene lugar en el Coliseo emulando la batalla de Cartago. El tercer tercio baja esa epicidad y catársis para centrarse en lo emocional, atenúa el compás para tornar el clímax en un asunto casi privado. La alternativa para tener el pico de acción en este momento hubiera sido colar una trampa aún más mayúscula, una trampa histórica, metiendo al ejército romano en la ciudad y presentar batalla con Máximo a los mandos contra el falso Emperador. La elección de esa pelea final es acertada, pese a ese desvanecimiento. 


Poco más que decir, aparte de excelente fotografía y paleta de colores, una banda sonora de Hans Zimmer en estado catártico haciendo lo que más le gusta, y un guion sencillito pero muy puro. 'Gladiator' forma parte de ese compendio de películas ('Matrix', 'Titanic' o 'El Señor de los Anillos', entre otras) que agitan la mano diciendo definitivamente adiós al cine convencional para dar la bienvenida al cine del siglo XXI lleno de CGI, trucos de ordenador y donde la magia pasa a ser más digital que artesanal. Que los nostálgicos lo verán como algo dramático, pero que en realidad hay que verlo como lo que realmente es: progreso y tecnología al servicio del producto.

8,5/10


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