jueves, 27 de julio de 2017

Dunkerque. (Christopher Nolan, 2017)

Tenía mucha curiosidad por ver cómo Nolan abordaba el género bélico, fuera del marco más o menos fantástico en el que andaba sumergido desde 'Origen'. Y mira, que nadie ponga en duda que estamos ante uno de los directores clave en la historia moderna del cine, uno de los más arriesgados y más capaces de afrontar proyectos de cualquier índole, que mejor aprovechan los grandes presupuestos, llevando por bandera la intensidad y la confabulación de imagen y sonido como un todo narrativo.

'Dunkerque' precisamente es intensidad en el lado más extremo de su significado. Sin dar un respiro, sin darte oportunidad de asentarte en ella, desde el primer minuto te sumerge en el conflicto. Durante su hora y tres cuartos que se pasa volada no te deja respirar, te agarra firmemente y te convencerá de que no hay vía de escape. Con un enfoque a tres bandas cuyas historias alterna con un magistral ejercicio de la dilatación del tiempo y de la organización del montaje paralelo, y con el sonido y banda sonora como herramientas descriptivas de la situación, dando musicalidad a las bombas, a la incertidumbre y al terror, el director nos lleva al ojo del huracán de una batalla sin salida, en la cual la supervivencia depende más del azar que de lo que uno pueda hacer por sí mismo. El enfoque superlativo y reiterativo del sonido es fundamental para entender la extrema gravedad y urgencia de la secuencia en la que nos encontramos (sí, el guion tiene un tratamiento como si de una sola secuencia se tratara en cada una de sus tres narraciones). Y de paso nos ofrece un magnífico retrato de la dignidad humana, de la épica, que lejos de ser un enfrentamiento contra un enemigo numeroso o más grande, y al que apenas vemos pese a dar la sensación de estar por todas partes, es alzarse contra un pronóstico desfavorable porque no quedan más cojones que hacerlo.


Y si la película está caracterizada por su sonido fundamentalmente rotundo y aparatoso, también lo está por su parquedad. Nolan prescinde de diálogos grandilocuentes o explicativos, sus personajes apenas articulan palabras, y la comunicación entre ellos se basa en miradas que todo lo dicen, en gestos con más significado que cualquier sonido vocal pueda expresar. Hay pureza cinematográfica en esta película, hay una simpleza casi minimalista de argumento y una plenitud de pasión narrativa y visual que pocos pueden alcanzar. Están ocurriendo muchas cosas al mismo tiempo y cada una de ellas está perfectamente ubicada en el eje temporal en que se desenvuelven, pese a que el montaje juega con historias cuya trayectoria y llegada al hilo narrativo distan unas de otras y conforman un puzzle que va juntando sus piezas según avanza el metraje.


Por cierto: Tom Hardy. Qué poco reconocido está este hombre. Tiene una expresividad en sus ojos que decenas de actores carecen en la totalidad de su rostro. Casi toda su parte está metido en un primer plano cerrado sobre esos ojos que transmiten absolutamente todo lo que no necesita decir. Sabemos lo que piensa, lo que desea hacer, lo que debe hacer. Y hablando de personajes, la película ni se molesta en hablarnos de quiénes son. Son personas anónimas a las que simplemente les ha tocado estar ahí, en ese momento, con una necesidad que no es otra que la supervivencia propia y del prójimo. Y vas con ellos a muerte porque se construyen con actos llenos de dignidad y de humanidad. ¿Quién es esa gente y cómo ha acabado ahí? No importa. Te haces a la idea con una facilidad pasmosa, y quieres compartir su agonía hasta las últimas consecuencias. 


'Dunkerque' es una experiencia de terror y claustrofobia, una catapulta hipnótica que cuando llega al clímax hace converger satisfacción y un merecido reposo, que da un paso más allá en la inmersión que nos proponían blockbusters como 'Black Hawk Derribado' o escenas de cátedra como la de las escaleras del 'El acorazado Potemkin'. Es sin duda un suma y sigue en la carrera de Nolan. Simplemente me queda decir que puedes elegir ser muchas cosas, pero no elijas ser hater de Nolan, no compensa. 

9/10


sábado, 15 de julio de 2017

HappyThankYouMorePlease (Josh Radnor, 2010)

Es una película cuca, con cierta intención de dejar poso, pero de la que realmente no tengo demasiadas ganas de hablar, por lo que creo que la atención que se le presta mientras uno la ve no se convierte en eco divagador pasado su visionado. Parece querer llegar al corazón a través de personajes de existencia marcada por las decepciones, tiene atmósfera con buen rollo, pero recarga demasiado su sencillez con ciertas excentricidades que parecen querer tener más protagonismo del adecuado. Y que la cabeza pensante del tema sea Josh Radnor con su eterna obsesión por ser la imagen viva del tío cercano a los 30 que no encuentra con quién compartir la vida termina resultando irritante.

Más interesantes que esa historia principal cuyo ego conductor es el del protagonista de 'Cómo conocí a vuestra madre', que para colmo de talante aquí hace las veces de guionista y de director, son las otras dos historias que se desarrollan durante la peli. Carecen de falsas angustias, al contrario que la que más peso tiene, y paradójicamente las protagonistas sí parecen tener motivos de sobra para tomarse en serio sus propios problemas. La lucha a la que hace frente la historia protagonizada por Josh Radnor, con secuestro "cuqui, tierno y simpático" de niño por medio, parece habérsela buscado a posta el protagonista porque no tiene otra cosa que hacer con su vida que llamar la atención dando pena y siendo un capullo. La premisa es similar a la de su Ted de la citada serie: está mentalizado de que se le va a pasar el arroz, y ha encontrado a la chica que encaja con él 100%, y ahora solo tiene que convencer de ello a la muchacha. Tío, me cansas.


La película emula precisamente a series del palo de 'Friends' sin la simpatía que sus personajes despiertan, sin la complicidad que ellos transmiten, y que tropieza cuando entra en el terreno de la comedia gamberra. Sin embargo, en el terreno del romance sensible de la historia protagonizada por Malin Akerman sí que funciona. Si la película se hubiese centrado en ella en vez de en el ombligo de Radnor, hubiera estado varios peldaños por encima del resultado final. Aparte de que la carga de sinceridad que lleva esa subtrama llega inmediatamente al espectador, no tiene que marear la perdiz para llamarnos la atención ni volverse estrambótica. Ese arco es el que realmente salva todo lo demás y hace que el visionado no sea una pérdida de tiempo. 


Y bueno, ¿sabéis cómo termina cada episodio de 'Cómo conocí a vuestra madre'? ¿Con reflexiones de Ted acerca de las relaciones, de la amistad, de cómo debería o no debería ser el amor? Aquí tenemos la misma terapia, pero sin ser HIMYM. Lo mejor que se puede hacer es ver la película y empezar a buscar otras comedias del mismo estilo que hacen lo que esta pretende, pero con más estilo y encanto. Como película de iniciación al género suponiendo que hayas estado desconectado del cine romántico indie durante los últimos 20 años, puede valer. 

6/10


sábado, 8 de julio de 2017

Ahora me ves 2 (Jon Chu, 2016)

A ver, si algo te sale medio decente, déjalo como está y no prolongues la agonía. La primera parte era divertida, no daba pie a que se quedara en la memoria permanentemente, pero el rato te lo hacía pasar sin ponerle peros. Ahora bien, si te empeñas en que ese disfrute pasajero puede dar más de sí mismo, pues venga hermoso, estira el chicle hasta que se rompa. Pues eso es lo que ocurre con esta innecesaria y presumida secuela, que de la mina en la que no hay más diamantes como mucho vas a sacar algo de carbón.

Esta secuela es tonta hasta límites sonrojantes. No solo por tener a Daniel Radcliffe presumiblemente parodiándose a sí mismo, o a Jesse Eisenberg tratando de llevar el peso de la función teniendo a quienes tiene alrededor y que le sacan varios cursos de carisma, sino porque a quién se le ocurrió llevar a al desvergonzado personaje que funcionaba que te cagas como el de Woody Harrelson aún más al extremo, que en la primera hacía gracia, y aquí, por partida doble al sacarle un hermano gemelo malvado, se pierde en el vacío intentando, paradójicamente, llenar de escenas humorísticas lo que no sabe ocupar con cualquier otra cosa. 

Y luego ya están las flipadas. Volviendo al sencillo pero efectivo recurso de la comparación, la primera parte iba de sobrada, los trucos de magia eran exagerados, pero te los creías dentro de lo que te estaba ofreciendo. Aquí no. Aquí, gracias a lo enrevesada que se llega a hacer, no puedes dejar de repetirte una y otra vez "venga, coño". Además, por si no se queda agusto, es de vacile que sea tan larga y que, aunque parta con esa premisa, te esté intentando engañar todo el rato. Pero una cosa es engañar, y otra hacer trampas. Los trucos de magia nada tienen que ver con hacer trampas, amigos. 


Y lo que la deja a un nivel aún más inferior es su intento de convertir a su grupo de "jinetes" en una especie de iconos modernos. Que no, que la primera peli fue una peli entretenida sin más, que estos personajes no se van a colar en nuestros corazones, que dejéis de intentar hacer de un producto caduco algo trascendental. Es que no os ha salido bien la jugada del más gordo y más grande ni en taquilla, que era el objetivo a pesar de todo. Da tanta sensación de tomarse a sí misma tan poco en serio, que se ha olvidado que para hacer algo primero hay que tener algo de inteligencia para administrar la broma. Si es que ni la presencia de Mark Ruffalo salva el show, no me jodas.

3/10