viernes, 21 de octubre de 2016

Un monstruo viene a verme. (J. A. Bayona, 2016)

Sabía a lo que iba. Sabía que me iba a destrozar. Sabía que me iba a agarrar del pecho y a zarandearme violentamente. Sabía que me iba a llevar a un terreno amargo. Sabía que me iba a poner un nudo en la garganta y que me iba a costar no tener que restregarme alguna que otra vez los ojos. 

Todo el camino que recorre el cuento que nos propone Bayona es obvio y conocido. Pero la fórmula resulta un éxito por algo muy simple: desde el primer momento la obviedad se disfraza de una mentira que el propio espectador se impone, la mentira de que cada cuento tiene su final feliz, de que hay buenos y malos fácilmente identificables gracias a la simbología cultural que les ha ido definiendo con el paso del tiempo, la mentira de que lo que sucede en la pantalla se queda en el terreno de la ficción y no nos puede afectar. 'Un monstruo viene a verme' resulta tan humana como demoledoramente dolorosa, tan sensible como terriblemente sincera, tan paliativa como desgarradora, tan melancólica como esperanzadora

No es nada azaroso el uso del gris como predominante en la paleta de colores, cercado por ráfagas precisas y minúsculas de colores vivos, ya que la nostalgia y tristeza de la película va acompañada de un mensaje cicatrizante y rehabilitador. No es arbitraria la precisión de los planos detalle, pues la historia abarca un drama enorme donde lo más valioso radica en los gestos y acciones más pequeñas. La combinación del escenario propio de la película con episodios animados, combinando el mundo real con el de los sueños y la fantasía, tampoco es caprichosa, puesto que los sueños pueden contener toda la verdad de uno mismo y que no quiere ver.


El monstruo como elemento explorador de los miedos, los traumas y las incertidumbres del protagonista apela a la ficción como agente capaz de curar. Una de las propuestas del film es precisamente la fantasía como mentira balsámica, capaz de transportar la más sincera de las verdades. Esa verdad que define a cada uno de nosotros, que nos hace vulnerables, oculta tras varias corazas a las que nos aferramos de cara al exterior. El éxito de la película y su capacidad para conmocionar está ahí, en que destroza uno a uno cada blindaje del espectador, para dejarle expuesto y desnudo frente al mensaje final. 


Una película que abraza el deploro sin avergonzarse de ello, que manifiesta la capacidad de emocionarse como condición básica de la madurez humana, que sostiene la desdicha como circunstancia capaz de regenerar. Y para ello, una muestra: la maravillosa evolución de la relación entre el protagonista y la abuela, la necesidad de empatizar con lo que más temes para hacer frente al dolor, reparar en que no existe un monstruo que por dentro no esté pidiendo a gritos comprensión.

8,5/10


martes, 18 de octubre de 2016

El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares. (Tim Burton, 2016)

Tim Burton se esfuerza en imitarse a sí mismo y en evocar a un pretérito mucho más fructífero de lo que ahora es capaz de ofrecer. Su esencia está presente, pero desaprovechada. Un tío que en sus mejores películas era capaz de proyectar ideas muy bastas y amplias con la mera utilización de imágenes barrocas en contextos y ambientes dispares y combinarlas con un tono de humor ácido y sarcástico, ahora apenas tiene la facultad de evocar imágenes e ilusionario atractivos pero vacíos de contenido, incapaces de transmitir algo más que la sensación de estar contemplando cuadros ornamentales de venta en bazares y mercadillos.

El director acude a sus inquietudes de siempre para plasmarlas de manera más torpe y desganada que en anteriores ocasiones. El desinterés paternal hacia la educación y felicidad de los hijos está plasmado de manera fortuita, se queda en terreno inexplorado y no llega ni siquiera al nivel de burla o recurso cómico. El protagonista solitario apenas despierta simpatía en el espectador, pese a contar con Asa Butterfield para tal empeño, uno de los actores con más proyección de su generación. La colección de monstruitos está desaprovechada, se limita a mostrar las habilidades de cada uno pero no a explorar en tales capacidades. Lo más aberrante es el papel de la propia Miss Peregrine, una hipnótica Eva Green cuya presencia se agradece, idea que parece no compartir Burton, que deja dos tercios del film sin su aparición, dejando un hueco importante durante el tercer acto. Y Samuel L. Jackson como villano apenas inquieta.


Otras señas de identidad del director como la melancolía, la parodia o su poesía gótica quedan muy deslucidas y atenuadas bajo personajes que se limitan a realizar una función muy obvia y que no se despegan del papel en el que fueron confeccionados, ninguno logra transmitir más allá de su concepto.  


Tampoco voy a tirar por tierra la película, ya que sin duda deja pasar un rato entretenido. Pero si escribo esta reseña una semana después de su visionado era para comprobar lo olvidable que podía llegar a resultar. Y en efecto, su caducidad es casi inmediata. Lo mejor que se puede decir de ella es que Burton se desmarca de la vergüenza ajena que le llevaba persiguiendo desde hacía algún tiempo, y ahora al menos logra mantener el nivel de dignidad. Aunque aquel autor de obras como "Ed Wood", "Eduardo Manostijeras" o "Sleepy Hollow" haya desaparecido.

5,75/10


viernes, 14 de octubre de 2016

Carmina o revienta. (Paco León, 2012)

Parece de locos distribuir en España una película sin subvenciones, con medios finitos, con apenas 2 semanas de rodaje y atreverse a lanzarla tanto en pantalla grande como en formato doméstico el mismo día. Pero Paco León tiene nombre, recursos y suficiente talento para atreverse con tal osadía. Mayúscula si el producto es una oda a su madre, tal cual, con monólogos y diálogos que destilan improvisación, con aroma documental y con personalidad pícara.

No voy a ser yo quien no reconozca el mérito a llevar a cabo este trabajo y que la jugada, además, salga bien. Mi principal problema con la película es que va dirigida a un público localizado entre el que no me encuentro. Como experimento me parece estupendo; como documento audiovisual, flácido; como comedia, no me llega.

Tampoco puedo hacerle un juicio severo a una narración cuya idea está fielmente plasmada en el resultado final. Y que como ya he dicho, habrá quien aprecie la propuesta. Pero es que a mí la picaresca española (en este caso, más tirando a andaluza, y por Jesusito de mi vida que nadie malinterprete tal señalización como andaluzofobia) me da mucha pereza. No hay nada aquí que me despierte interés: ni el desparpajo de la madre, ni la corte de personajillos de los que está rodeada, ni las burradas que llegan a hacer para salirse con la suya. Técnicamente, tampoco me llama la atención el tipo de docuficción que se fija como formato narrativo ni el uso de la cámara obediente a tal propósito de realismo cañi.

Quien la quiera, para él. Mira que Paco León me resulta un tipo simpático y con un talento enorme. Bravo por el descaro, pero yo me apeo.

5/10


martes, 11 de octubre de 2016

Fantástico Sr. Fox. (Wes Anderson, 2009)

Las películas de Wes Anderson poseen un aura muy especial. Al parecer, era para él un deseo mayúsculo poder llevar a la pantalla el primer cuento que se compró de niño, y echa mano de la animación stop motion a base de personajes y decorados creados con plastilina para cautivar con una propuesta que desde el primer fotograma lleva su sello. Todo en 'Fantástico Sr. Fox' es autóctono del cineasta de Houston, desde los encuadres milimétricamente marcados por un patrón céntrico de planos sólamente alterados por el movimiento de los personajes y por los subrayados zooms y travellings de la cámara, hasta la concienzuda paleta de colores escogida, sin olvidar el punto excéntrico, pueril y elegante que poseen todos sus personajes.

Hay una razón por la que a la hora de compararlo con otro director muy parecido, Tim Burton, prefiero a Anderson: es igual de exagerado y su obra la encierra en un microuniverso de firma muy distinguible, pero jamás resulta excesivo. La película que tenemos ante nosotros resulta ser una fábula humanista cuya cinematografía usa ingredientes propios del western y de algunas comedias de vodevil. La resolución de sus situaciones son lineales pero se solucionan de manera poco convencional, y vienen acompañadas de juegos de palabras. Sus conflictos inesperados cabalgan entre la romántica épica a pequeña escala de 'Moonrise Kingdom' y la desaforada inmensidad de 'Gran Hotel Budapest'.


La chulería y el descaro encantador de Mr. Fox (merece mucho la pena la versión original, donde pone voz George Clooney) le convierten en un personaje delicioso. Sin olvidar el séquito que le rodea, destacando a Ash, su hijo de 2 años (12 años zorrunos) con un marcado cinismo y problema existencial debido al carisma de su padre que hace sombra sobre él. Tanto la relación paterno-filial como la que el pequeño tiene con su superdotado primo dan varios de los momentos más simpáticos de la película.


El tono marciano de Anderson empapa esta colorida y novedosa cinta de animación. Técnicamente no resulta tan impresionante como obras de Pixar o Dreamworks, pero formalmente es una belleza. Aparte de que el gran peso del conjunto lo sostiene el guion, cuyo principal valor es que posee alma, posee vida.

8/10


viernes, 7 de octubre de 2016

Pulp Fiction. (Quentin Tarantino, 1994)

A día de hoy y habiendo perdido la cuenta de las veces que la he revisionado, no sabría decir de qué va 'Pulp Fiction'. Podría decir que es una película en la que el gángster Vincent, al que su jefe Marsellus le encarga sacar de paseo a su novia después de recuperar un valioso maletín, encargo durante el cual su compañero cree ver una señal divina y decide retirarse, debe ahora iniciar la persecución de un boxeador que ha huído tras romper su palabra de caer en el quinto asalto en un combate amañado y que ha regresado a su piso para recuperar un reloj de alto valor sentimental. Pero es que 'Pulp Fiction' es una película distinta para cada persona, y a la vez es una película distinta cada vez que una misma persona la ve. Esta obra maestra de Tarantino es una experiencia única por sus innumerables detalles, sus conversaciones y la intencionalidad de las mismas, el uso del espacio y del sonido out screen, la influencia en los personajes de sus adicciones, o por la naturalidad y parsimonia con la que se desenvuelven en escenarios representativos de mafiosos y asesinos a sueldo, lugares que en toda la historia del cine habían sido habitualmente pintados como misteriosos, tóxicos y perniciosos.


'Pulp Fiction' no solo consolida al chico malo de Hollywood como un guionista, realizador y director de actores de enorme capacidad y talento, sino que renueva por completo un género poco afín a los cambios. La articulación de sus capítulos de forma desordenada, que no aleatoria, a muchos les ha llevado a pensar que se trata de una película de historias cruzadas. Pero no es así. Toda la película gira en torno a la misma y única historia. Los personajes se cruzan en los caminos de unos y otros, pero el hilo narrativo y esa disposición de escenas en forma de rompecabezas van trazando la misma línea. Palpable también la obsesión de Tarantino por la naturaleza de esos personajes, que se describen en cada gesto, palabra o acto que realizan.


En este revisionado he sacado en claro que la película habla de lo fortuito. Todos los acontecimientos que se suceden van en una dirección segura y que es de prever: Vincent se tira media hora de película luchando consigo mismo para que su con Mia no acabe en nada sexual; Butch ha trazado un meticuloso plan de fuga el cual está a punto de completar; Jules, junto con Vincent, planea su retiro tras creer contemplar un milagro. Pero las situaciones cotidianas y ordinarias que parecen ir encaminadas a desenlaces obvios se compaginan con situaciones extrovertidas debido a accidentes inesperados. Mia le pide bailar a Vincent, y para rematar la noche ella sufre esa repulsiva sobredosis al esnifar heroína; Butch, tras recuperar el reloj que olvidó su novia, se cruza con Marsellus, y tras la persecución ambos acaban en en el sótano más insano y sadomasoquista de la ciudad secuestrados por Zed; después de que Jules vislumbre el milagro después de un trabajo bien hecho, Vincent revienta de un disparo la cabeza de Marvin accidentalmente dentro del coche en el que regresan junto a Marsellus y tienen que realizar la limpieza del mismo a contrarreloj, lo cual rematan entrando después a almorzar en un restaurante que está a punto de ser atracado por Pumpkin y Honey Bunny. Todos ellos son giros completamente azarosos que hacen que sus protagonistas tengan que lidiar con circunstancias que eran lo último imaginable dentro de las cosas inesperadas que podrían pasar.


Pocas veces se ha visto un reparto tan bueno y cohesionado dando lo mejor de sí mismo. Mención aparte de la estupenda banda sonora de temas cuidadosamente seleccionados por el propio Tarantino que no pueden despegarse de las escenas que ilustran. Como ya dije hace años en otra reseña, 'Pulp Fiction' es cine definido por cine, un clásico carente de cualquier vergüenza, que llegó para remover cimientos, y que no deja de mejorar con el paso del tiempo.

10/10


martes, 4 de octubre de 2016

Los siete magníficos. (Antoine Fuqua, 2016)

Esta revisión del clásico, el cual no olvidemos que es a su vez un remake de 'Los siete samuráis' (la pureza en el cine se extinguió antes incluso de que llegara el sonoro), podría pasar fácilmente por un divertimento peculiarmente disfrutable ya que procura dejar constancia de que está homenajeando a la original, pero no por ello se desmarca de su principal propósito que es fabricar un aparato más ruidoso, más gordo y desde luego menos delicado. Y claro, tratar de coger una pieza cuyo principal atractivo era la dosis de acción calibrada con unos héroes cuyas pretensiones eran ciertamente modestas que casi rozaban el altruismo para sustituirlo por lo que finalmente resulta ser una historia de venganza personal contra un capitalista capaz de convocar ejércitos por doquier se puede ir de las manos fácilmente. 

La película funciona bien durante la convocatoria de los siete personajes que se disponen a librar al pueblo acosado por el dichoso canalla, antagonista muy trillado que desde su puesta en escena queda encorsetado a caer mal por la técnica del "hago cosas chungas porque puedo", muy obvio e identificable en un momento histórico en que tenemos puesta la mirada en un tipo como Donald Trump. Las escenas de acción, que aparte del carismático reparto son lo que más llama la atención, terminan agotando y resultando un exceso de plomo y explosiones gratuitas que harían las delicias del mismísimo Michael Bay si le privaran de poder nuclear en sus películas. Entonces, el resultado que yo veo es un western que sacrifica la causa de todos sus personajes para meterse de lleno en el fragor del asunto, que se apoya en unos atractivos personajes que abarcan al máximo su reducida capacidad de evolución y cuyos conflictos internos estallan en algún momento, algo muy diferente a la sutileza de la obra de 1960. A esta ensalada hay que sumarle una banda sonora que acapara excesivo protagonismo para tapar los huecos narrativos que va dejando la imagen. 


Otra de las tosquedades es lo que voy a denominar "perdón por un género en el que durante su época dorada todo aquel personaje que no era un hombre blanco pasaba a ser estúpidamente manso". Hemos colocado a un protagonista negro (por cierto, me gusta más la rudeza de Denzel Washington que la chulería de Yul Brynner), metemos a un chino, un mexicano y a un indio en el grupo, y ya de paso resaltamos cierto protagonismo de la mujer independiente y no interesada en penes que les contrata. Todo esto lo hacía con mucha más elegancia, personalidad y capacidad para la complacencia Tarantino en 'Django Unchained'.


No puedo decir que la película me disguste porque la cabra tira al monte y acabo disfrutando de ella. Su jovial y escandaloso metraje me hacen pasar un rato divertido, pero ni mucho menos me hace pensar en una digna reivindicación de lo que ya había. Lo de magnífico se queda en el título.

6/10


sábado, 1 de octubre de 2016

Los siete magníficos. (John Sturges, 1960)

No es uno de los grandes westerns, y sin embargo sí que tiene un toque simpático y campechano que conecta rápidamente con el espectador. Su principal baza es el reparto encabezado por Yul Brynner y una narración concisa y sucinta que esconde en todo momento las pretensiones de sus personajes y el porqué de su desinteresada lucha, mostrando pocos detalles de sus fantasmas internos, los cuales son sugeridos con breves argucias y dan a entender que llevan tras de sí un pasado del que redimirse. Por lo tanto, sus esfuerzos parecen ir encaminados a buscar un perdón que se les ha ofrecido a través de un humilde pueblo fronterizo cuyos habitantes no saben defenderse por sí mismos o a apaciguar cierta nostalgia.

Tengo que decir que el sosiego y serenidad que Yul Brynner acuña queda deslumbrado por el carisma de Steve McQueen, James Coburn y Charles Bronson. Mientras que estos tres se mueven con una gracia natural e incluso espontánea en sus roles, el protagonista parece tener que esforzarse para tener que arrebatarles espacio interpretativo. Por otra parte, tenemos un villano marca de la época, un Eli Wallach fanfarrón y perdonavidas que no necesita demasiadas argucias ni sobreactuaciones para que sus fechorías resulten violentas. Se ahorra las típicas miradas y gestos de "soy malo, hago cosas de malo", y deja que sus acciones le describan. Quizá es en ese aspecto en lo que más acierta la película. Sin tener un libreto prodigioso o una trama esforzada, queda destacar la forma tan elemental en que cada personaje se retrata a sí mismo


Por otra parte, y siendo hija de su tiempo, no puede faltar la estúpida subtrama amorosa que intenta aliviar la acción con mucho menos acierto que el humor que la cinta contiene, y que carece de interés más allá de buscarle un destino final a uno de sus personajes. También se ha quedado muy viejuno su forma de tratar al pueblo mexicano, señalándole como manso y dispuesto a domesticarse, enarbolando por encima de todo el mensaje de que América (la yanqui, claro) os hará libres. Se salva de ser la única película que lo hace, pero desde luego hay otras que no hacen este ejercicio de manera tan descarada. 


Aparte de la banda sonora, su mayor aporte puede ser servir como puente entre el western clásico y el western más crepuscular y salvaje. Su espíritu aventurero y su sentido de atesoramiento del honor se conservan sin demasiada dificultad. 

7,25/10