miércoles, 9 de noviembre de 2016

Kill Bill: Volumen 1. (Quentin Tarantino, 2003)

Una película que se forjó durante el rodaje de 'Pulp Fiction', donde Tarantino ya quedó prendado de Uma Thurman y de sus pies, cuya premisa ya queda establecida en aquella película durante la escena en que Mia Wallace le cuenta a Vincent Vega de qué trataba la serie para la que rodó el episodio piloto. Así funciona Tarantino, de pequeñas cosas que pasan inadvertidas en sus películas te saca otra. Y además, es un tío que hace lo que le da la gana sabiendo siempre el terreno en el que juega, que sabe hacer un sentido homenaje a cualquier género partiendo de la copia descarada a films que solo conocen él y cuatro eruditos cinematográficos más en el mundo, en esta ocasión el spaguetti western, el cine oriental y de artes marciales, y la trama canónica de venganza cruda.

Los dos responsables de dar vida a La Novia, tanto Tarantino para escribirla y Uma Thurman para interpretarla, se frotaban las manos imaginando a esta portando una katana y luciendo el mítico chándal amarillo de Bruce Lee en 'Juego con la muerte' cubierto de sangre. Y la película es un juguete para ambos, se lo pasan pipa y nos lo hacen pasar de fábula a nosotros. Haciendo valer un conglomerado de estética pop y videoclipera, la payasada resulta muy divertida. Hay cierta ruptura con el cine anterior del autor, que se desquita de cualquier convencionalismo y deja fluir la violencia con una exageración y una desmesura carentes de toda vergüenza. "Porque la violencia en el cine no tiene que ser real, tiene que ser divertida", y lleva la máxima de esta frase dicha por él mismo hasta las últimas consecuencias. Violencia que es un simple McGuffin para desentrañar la historia de una asesina ansiosa de la sangre de sus antiguos compañeros de rutina, arquetipos de personajes de la cultura nipona. Hay tanto amor y pasión metidos en esta película, que sumado a su talento y los detallitos y migajas que va dejando hacen la boca agua de cualquiera. 


Se nota un gran salto como realizador y planificador desde 'Pulp Fiction', y para comparación solo hay que analizar la puesta en escena de dos escenarios que recorre con planos-secuencia: el del restaurante de aquella donde ocurre el famoso baile, y el del restaurante japonés donde ocurre la masacre final de ésta. Aparte, Uma Thurman se pone en la piel del personaje de su vida, enamora al espectador con su chulería y su sonrisa picaresca que esconde rabia, y que se muestra peligrosa, seductora e incluso infantil o tierna a veces. 


La mofa a los efectos especiales modernos queda patente. A cada miembro cercenado durante la historia (y no son pocos) le sucede un manguerazo a chorros de varios litros de sangre. Porque Tarantino lo vale, y porque puede. No ha venido a dar ninguna masterclass de biología, sino a entretener y a hacer espectáculo. Sabe cómo grabar en las retinas lo que sucede en la pantalla. ¿Que a mitad del rodaje de una escena se queda sin tinte rojo para la sangre? Solución rápida: pasamos el montaje de color a blanco y negro, y a tomar por culo. Sin doble sentido, sin querer aportar nada a la estética, y deja al que contempla con la pregunta de "¿a qué viene esto?". Pues no viene a nada, pero sin embargo funciona. 


Esta primera parte de la venganza de peeeep (sí, también coló un peeeep en el sonido cada vez que alguien pronunciara el nombre real de La Novia, y sí, con el único motivo narrativo de que le vino en gana) es un desahogo, impactante, sorprendente. Muchas películas (y mangas, especialmente 'Lady Snowblood') ya hicieron lo que aquí se ve, pero aquí se permite el lujo de reunirlos todos en un solo montaje con forma de puzzle, con una banda sonora que se queda pegada a los tímpanos, y el humor negro que no podía faltar. Una película cuya filosofía es "contempla y goza". 

9/10


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