viernes, 14 de octubre de 2016

Carmina o revienta. (Paco León, 2012)

Parece de locos distribuir en España una película sin subvenciones, con medios finitos, con apenas 2 semanas de rodaje y atreverse a lanzarla tanto en pantalla grande como en formato doméstico el mismo día. Pero Paco León tiene nombre, recursos y suficiente talento para atreverse con tal osadía. Mayúscula si el producto es una oda a su madre, tal cual, con monólogos y diálogos que destilan improvisación, con aroma documental y con personalidad pícara.

No voy a ser yo quien no reconozca el mérito a llevar a cabo este trabajo y que la jugada, además, salga bien. Mi principal problema con la película es que va dirigida a un público localizado entre el que no me encuentro. Como experimento me parece estupendo; como documento audiovisual, flácido; como comedia, no me llega.

Tampoco puedo hacerle un juicio severo a una narración cuya idea está fielmente plasmada en el resultado final. Y que como ya he dicho, habrá quien aprecie la propuesta. Pero es que a mí la picaresca española (en este caso, más tirando a andaluza, y por Jesusito de mi vida que nadie malinterprete tal señalización como andaluzofobia) me da mucha pereza. No hay nada aquí que me despierte interés: ni el desparpajo de la madre, ni la corte de personajillos de los que está rodeada, ni las burradas que llegan a hacer para salirse con la suya. Técnicamente, tampoco me llama la atención el tipo de docuficción que se fija como formato narrativo ni el uso de la cámara obediente a tal propósito de realismo cañi.

Quien la quiera, para él. Mira que Paco León me resulta un tipo simpático y con un talento enorme. Bravo por el descaro, pero yo me apeo.

5/10


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