sábado, 13 de febrero de 2016

King Kong. (Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack, 1933)

Viendo la original te das cuenta de que Peter Jackson no acertó con el punto de vista que le dio a su remake. Que ojo, me parece un homenaje decente y esmerado, aparte de la correspondiente actualización de efectos especiales y suavización de personajes más acordes a nuestros tiempos, aparte de la empatización hacia el monstruo (lo confieso, se me escapan lagrimillas con el 'King Kong' de Jackson). Pero eso no quita que la poesía de la de 2005 se la sacara de la manga, y que esta primera versión se valga por sí solita, sin necesitar reivindicaciones ni modernizaciones. Es por su propio peso un clásico cinematográfico que no solo da tres pasos de gigante en el terreno de los efectos especiales, sino que cimienta el género de aventuras, y el lenguaje utilizado aquí sigue siendo válido y utilizado en películas de hoy. 

Aparte de haberse convertido en una curiosidad por sus trucos, por la cantidad de criaturas y dinosaurios que aparecen y las escenas de pelea que hay entre ellos, y por la utilización de varias capas superpuestas en los planos para configurar los escenarios y el montaje, es una gozada, tiene completo sentido del entretenimiento y del espectáculo. Porque sí, gente, es muy divertida más allá de la propio fascínio que supone acercarse a una obra de hace casi un siglo.


Otra cosa que obvió Peter Jackson en su versión es el mensaje implícito que lleva este Kong: el miedo o los complejos del hombre blanco hacia la superioridad sexual del hombre negro. Lo digo en serio. El rito de la tribu que encuentra la expedición en la isla alude a los preliminares del coito, siendo el secuestro de la "mujer dorada" y el posterior enamoramiento de Kong, culminando con la subida al Empire State, una insinuación de que los negros quemarán nuestro ganado y violarán a nuestras mujeres. El paternalismo occidental de la película ya prevalece desde el momento en que el personaje de Denham rescata de la mendicidad a Ann, y desde entonces todos los hombres que la rodean se empeñan en cuidarla de lo salvaje. Pero vamos, que en lo de la chica en apuros no es pionera, aunque los gritos de Fay Wray hayan creado escuela. 


Animo a quienes sientan pereza por el blanco y negro o por el cine antiguo a acercarse a esta obra. Sobre todo para romper el cliché de cine clásico sinónimo de aburrido. Es una buena iniciación para quien quiera adentrarse al cine en el que aún no existían los ordenadores o las grandes estrellas. Aparte de ser una pieza clave para entender su género, imprescindible para las futuras generaciones con sus monstruosas 'Godzilla' o 'Jurassic Park' y sus aventureras 'Indiana Jones' o, aún más contemporánea, e increíblemente más ruidosa y fallida, 'Transformers'. 

8,5/10

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