lunes, 8 de febrero de 2016

El Caballero Oscuro. (Christopher Nolan, 2008)

A estas alturas no voy a decir nada de una película cumbre en el cine moderno que no se haya dicho ya. Compleja, absorbente, con un Joker irrepetible, un Harvey Dent perfecto en su transición a Dos Caras, un sufrido Gordon al que por fin se le da en el cine el protagonismo que merece, uno de los mejores repartos corales que uno puede encontrarse, una técnica cinematográfica pulida y poderosa, diálogos inspirados, un guion colosal, virtuoso y revolucionario,... Las alabanzas se me quedan escasas, y enumerarlas sería repetir e insistir en lo que se lleva diciendo de ella desde el mismo momento en que se estrenó sorprendiendo a crítica y público por igual. Así que mejor analizaré lo que lleva en sus vísceras esta película.

Y es que una película de Batman resulta ser una de las más acertadas lecturas del mundo actual. Empezando por una trama de corrupción que bien podría ser uno de los innumerables episodios que nos sacuden a diario en cualquier noticiario. Corrupción en la que están siendo investigados no solo mafiosos como tales, sino jueces, policías, sindicalistas,... y que acaban confiando su dinero a un contable extranjero (me sorprendió mucho el paralelismo entre la trama de Lau y el caso real de Bárcenas empezando a soltar información una vez es encarcelado). Una vez el contable no les sirve a los corruptos, recurren a un método desesperado: Joker. Un loco. Un terrorista. Y como era de prever, se les va de las manos lo que el villano de la función, con su propia rabia y sus propios intereses, puede llegar a hacerle a la ciudad de Gotham. Todo lo que desata a continuación es caos. Haciendo de nuevo paralelismo a la realidad, atendamos a lo que ocurrió en Europa hace escasamente unos meses tras los atentados de París. La tensión que se vive en la película, la seguridad a cualquier precio, la hipervigilancia a la que Batman recurre finalmente, la votación democrática en los ferrys para destruir al barco contrario tras la que finalmente nadie quiere ensuciarse las manos de sangre, la propia descomposición de Harvey Dent,... Resulta que toda la ficción política y social que relata Nolan en esta película supuestamente de superhéroes es tan real como la vida misma, y profetiza un mundo caótico en el que una ciudadanía hipócrita y cobarde se ampara en héroes anónimos (en la película Batman, en el mundo real funcionarios de ley y orden) a quienes no durará en echar a los perros cuando ya no se les necesite, olvidando y obviando todo lo bueno que pudieran haber obrado antes. Y viceversa, ensalzando villanos o aprobando terribles leyes por puro revanchismo y sentimentalismo vengativo.


'The Dark Knight' camufla bajo un incontestable entretenimiento de alta calidad una inquietante tragedia de nuestro tiempo. Es una reflexión sobre el mundo en el que vamos a vivir y sobre lo que estamos dispuestos a tolerar y renunciar a cambio del estado de bienestar. 


Además, inspira a todo el cine de acción venidero, no solo al subgénero de superhéroes. Supuso un punto de inflexión en el cine más comercial. Por culpa de esta película, parte del cine de acción actual que sigue usando fórmulas de antaño se nos antoja infantil, aciago o deslucido. No me gusta hablar en términos absolutos, por lo que decir que estamos ante la mejor película de supers lo dejo a criterio de cada uno. 

10/10


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