viernes, 26 de febrero de 2016

Deadpool. (Tim Miller, 2016)

No quiero ser un aguafiestas, pero, sinceramente, me esperaba bastante más. Por supuesto que la película del mercenario bocazas tiene todos los ingredientes que se supone que tiene que tener: acción, violencia, sangre, sexo, payasadas, bromas infantiles, lenguaje soez, metareferencias burlonas y la confidente ruptura de la cuarta pared por parte del antihéroe. Lo malo es que esos ingredientes están mal mezclados. Exprime tan a fondo su principal baza, o sea Deadpool, que pasado el primer acto ya le ha sacado todo el jugo, y el resto de la película es simple inercia que repite las mismas gracias, el mismo repertorio de peleas, y deja un final mucho más flojo que el prometedor inicio.

Dicho de otra manera. Había ratos en los que no estaba del todo seguro de estar asistiendo a un spin-off de la saga 'Scary Movie' en vez de a uno de los 'X-Men'. Y me duele de veras, porque la película tiene material de sobra para ser mucho mejor. Se empeña tanto en dotar de absoluto carisma a su protagonista que se olvida de otros recursos por explotar, y no termina de ser tan irreverente como pretende, sino que se queda a la altura de rebeldía adolescente. De momento, la novia "prostiputa" tiene mucha más garra de la que finalmente muestra, porque con la presentación que se nos ofrece de ella termina siendo el eterno florero femenino del género. No me apetecía ver a Morena Baccarin siendo la chica en apuros, no en esta peli. Su personaje se merecía mucho más. El otro personaje femenino, Negasonic Teenage Warhead, está absolutamente desaprovechada, y apenas tiene... ¿dos minutos de lucimiento? Coloso sí me gustó como contrapartida humorística, con sus excelentes modales y su paciencia infinita. Aunque en la parte de la acción también queda deslucido. Y el villano... En fin, un villano de "soy malo porque tiene que haber un capullo al que odiar". Aunque en ese sentido es a lo que Marvel nos tiene acostumbrados. 


Y sí, Ryan Reynolds hace del espectáculo su propio show, se come la pantalla, se divierte y su personaje está gloriosamente chiflado. Como tiene que serlo. Pero se cae porque todo lo que le rodea se lo pone demasiado fácil para desatar todo su mal gusto. Y no me refiero a la historia, que más simple no puede ser pero que tampoco tenía demasiada importancia. Se cae por concederle a él todo el peso, por no ofrecerle contrapeso. Y Deadpool es gilipollas de toda la vida. Si a un gilipollas no le pones filtro le acaba ocurriendo el efecto Dani Rovira, que lo poco gusta y lo mucho cansa. Ese efecto de tipo encantado de conocerse a sí mismo y que copa todas las miradas estaba más logrado con Starlord de "Guardianes de la Galaxia". O, por poner otro ejemplo de antihéroe engreído y subnormal perdido, Nathan, de la serie británica "Misfits", se porta mejor en ese aspecto al tener amortiguadores alrededor. 


Lo dicho. La película puede divertir y entretener, y Wade Wilson es todo un personaje, pero esas mallas rojas dan mucho más de sí. La película no puede apostar toda su sostenibilidad a sus chistes y gansadas. Si la confirmada secuela tiene eso en cuenta, le irá mucho mejor. De lo contrario, la fórmula quedará más agotada que el cinismo de Tony Stark en las secuelas de 'Iron Man'.

6/10


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